Tímidamente,
cumpliendo una promesa de campaña, el gobierno reglamentó esta semana las
compras de artículos para uso personal con entrega puerta a puerta. Una medida
en la dirección correcta hacia la apertura total del comercio.
No se puede
saber si es simple oportunismo o si está testeando a la opinión pública para
probar si tolera el intercambio comercial para ponerse a la altura del mundo
civilizado.
Por supuesto,
cómo no, que aparecieron muchos criticando la medida, como la CAME (Cámara
Argentina de la Mediana Empresa, que como toda cámara, está hecha para pedir
privilegios que no está dispuesto a conceder a todos los demás), sosteniendo un
argumento tan gastado como incorrecto (a propósito, los aportantes a las
cámaras podrían exigir a cambio de lo que pagan que contraten algunas mentes un
poquito más lúcidas para promover su lobby).
La cosa es más o
menos así: "- Si importamos camisas chinas a tres dólares perderemos miles
de puestos de trabajo en la industria textil!".
Posiblemente sea
así, pero eso no es un problema. Si lo fuera, usted tampoco le compraría nada
al almacenero de la esquina.
La clave del
progreso es la productividad. Eso significa que usted produce más con los
mismos recursos o lo mismo con menos recursos, es lo mismo.
Imagine que
usted todos los días debe cultivar sus verduras, ordeñar y criar a sus vacas,
recoger sus huevos, cosechar sus manzanas, tejer su ropa, etc. etc. No le
quedaría tiempo para enviar ni un Whatsapp! Y seguiría siendo muy pobre.
Gracias al comercio,
en la actualidad usted no tiene que dedicarse a todo eso y puede tener todos
esos bienes, y muchos más! dando clases de Crossfit, conduciendo un taxi o
realizando implantes dentales. Y sin saber siquiera que la manteca proviene de
la leche de vaca.
Si todo esto
sucede es porque resulta evidente que cooperar con los demás y especializarse
en lo que uno sabe hacer mejor es el camino más directo al progreso.
Entonces, dónde
está la diferencia entre comprar una camisa que confeccionó un chino, con un
diseño de un italiano, fabricada con algodón producido por un agricultor
peruano y contratar al plomero del barrio para que le destape la cañería de la
cocina?
Por qué una cosa
está mal y la otra está perfecta?
En ambos casos,
usted valoró más el servicio que los otros le brindaron que el dinero que le
costó por ellos -que no es otra cosa que el fruto de sus clases de Crossfit-.
En ambos casos,
usted paga por servicios que usted mismo no se provee y eso es ventajoso para
su proveedor y para usted.
Sigamos. Digamos
que el plomero le cobró $200 por limpiar la cañería (lo que usted cobra por dos
clases de las suyas que le llevan dos horas de esfuerzo y él lo hizo sólo en 15
minutos) y mañana usted descubre que comprando un producto que un amigo le
recomendó y que cuesta $50 usted consigue el mismo efecto. Qué va a hacer
usted? Seguir contratando al plomero o destapar la cañería por $50 y quedarse
con los $150?
Si hace lo
segundo, se sentirá culpable por haberle quitado trabajo al plomero?
Él, seguramente,
no se quedará tranquilo y tendrá la opción de adquirir otras habilidades que
sus clientes valoren o formar una Cámara de Destapadores de Cañerías que corten
las calles para exigir al gobierno que nos obligue a todos a seguir contratando
sus servicios.
Claro que nunca
se generarán los empleos que promoverían sus $150 de ahorro pero, qué cámara
protestaría por algo que todavía no existe?
Usted, por otra
parte, no podrá usar sus $150 ahorrados para comprar su camisa. Por lo que será
más pobre.
Este es mi
humilde aporte. Acá, puede leer y usar para enseñar a sus hijos o nietos esta
divertida historia contada por Bastiat con Robinson Crusoe y Viernes en los
roles protagónicos:
http://economiaparatodos.net/bastiat-y-un-ejemplo-de-novela-que-hace-evidente-la-ridiculez-de-oponerse-al-libre-comercio/
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