Vivimos por estos días una desilusión. El segundo semestre
no llega y en el gobierno comienzan a ponerse nerviosos y a repartir culpas.
Pero, a qué se
refieren exactamente con “el segundo semestre”? A cualquier cosa que eso
signifique para el que espera un cambio. Para algunos será la integración de la
Argentina a un mundo de la que se fue solita, para otros será volver a los
niveles de consumo de la mejor época K, cuando se vivía de fiesta sin pagar los
costos, para otros comenzar a recorrer la senda del desarrollo en la forma que
todos los países serios lo hacen: respetar una institucionalidad consistente en
el tiempo, cumplir los contratos, respetar la libertad, la propiedad privada,
etc. etc.
Nada de eso sucede aún. El mundo
no nos aceptará hasta que no pasemos por un buen tiempo de abstinencia, el
consumo no se puede recuperar porque se ha destruido todo el capital disponible
y hay que reconstruirlo y la institucionalidad no se consigue con leyes de
alquileres, empleos por decreto, endeudamiento irresponsable, barreras
comerciales, impuestos confiscatorios, tasas subsidiadas, Ahora 18, empleo
protegido, regulaciones hasta para los que reparan lavarropas y pidiendo a los
prebendarios que inviertan.
Para ser sinceros, si en lugar de Cambiemos gobernara el
kirchnerismo por las iniciativas que el gobierno y el congreso han promovido
esta semana estaríamos caceroleando en Plaza de Mayo.
La situación se asemeja al conocido dilema del prisionero,
que refresco:
Hay dos detenidos en celdas separadas, a cada uno se le dice
que si ninguno de los dos confiesa ambos serán condenados a dos años de cárcel
y luego saldrán en libertad, si uno de ellos lo hace el confesor quedará libre
y el otro purgará una condena de diez años y si ambos confiesan estarán presos
por cinco años.
Este dilema, planteado por única vez no tiene respuesta
posible para ninguno de los dos, pues ninguno puede prever la conducta del
otro. Repetida varias veces la experiencia, cada uno puede contar con más
conocimiento sobre el otro y su forma de actuar y ajustar de este modo su
conducta.
Sucede lo mismo en el matrimonio. Cada día los cónyuges
postergan satisfacciones inmediatas en salvaguarda de una relación a largo
plazo que quieren conservar.
No parece entender esto la Argentina ansiosa y el gobierno
es inepto, no sabemos si por falta de convicción o porque no es tan distinto a
sus antecesores, para modificar la situación de dilema del prisionero en la que
se ha metido por hablar del segundo semestre.
Sólo sirve reactivar el consumo si es consecuencia de
mejorar la productividad, que será consecuencia de invertir, que será
consecuencia de ahorrar o de respetar el ahorro ajeno que creerá que podrá
hacer negocios en el país. Y alguien querrá ahorrar cuando se respete el valor
de su trabajo y no se envilezca su moneda.
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