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sábado, 11 de mayo de 2024

Decisiones


 

Las decisiones son el intento de encauzar nuestra vida de un modo consciente, para no depender solo del azar o del impulso de nuestras emociones.

Decidir es difícil.

La vida es muy corta y no podemos tomar más que un puñado de decisiones que marcarán nuestro destino. Llegamos con algún talento, pero es principalmente el azar el que lo determina.

En qué lugar y en qué época nacemos, en el seno de qué familia o en qué momento de la vida de nuestros padres llegamos al mundo condicionarán nuestra existencia, y sólo podremos adaptarnos a eso.

Todos estos hechos azarosos formarán nuestras emociones, y las emociones se transformarán en ideas sobre cómo funciona el mundo, y las ideas moverán a nuestras acciones, y aquellas acciones que repitamos lo suficiente se transformarán en hábitos, los hábitos forman nuestro carácter y nuestro carácter acaba por marcar el destino.

Para tomar decisiones conscientes es necesario dominar este proceso. El carácter determina el estilo de toma de decisiones, si somos analíticos o impulsivos, si decidimos y actuamos en consecuencia o procrastinamos, si somos asertivos o inseguros, y tantas otras posibilidades de interpretar lo que nos sucede.

Las decisiones se ponen de manifiesto en lo que hacemos, no en lo que pensamos que vamos a hacer. Interpretar las decisiones pasadas sin un espíritu crítico es una de las formas del engaño. La tendencia a racionalizar para justificar es irrefrenable, por eso es mejor ser juzgado por los demás, aunque no sea fácil someterse a esa prueba.

Aún dominando el proceso, el azar influye mucho más en nuestra vida de lo que nos gusta pensar. Ni todos los éxitos son atribuibles a nuestros talentos ni todos los fracasos se deben a la mala suerte. “El Diablo no caga siempre en el mismo sitio” dice un proverbio alemán. Si culpas por tus errores a los demás o a la mala suerte es probable que te estés equivocando más de lo que te gusta admitir.

La experiencia es el camino más seguro hacia el éxito, pero adquirirla depende de haber fracasado lo suficiente. Aprender donde hemos tenido éxito es muy raro. Aun así, si los fracasos  no se comprenden se repetirán sin capitalizarse como experiencia.

Para aprender a tomar decisiones hay que tomarlas. Y tanto mejor cuanto más temprano se deba decidir en la vida, sobre todo porque tomamos las principales decisiones siendo muy jóvenes –qué cosas estudiar, en qué trabajar, si aceptar o no tal o cual trabajo, si formar o no pareja, si tener o no tener hijos, si ahorrar o consumir, si tomar créditos que nos obliguen a mantener un trabajo o a vivir en un lugar que no nos gusta-. Este pequeño puñado de decisiones condiciona nuestro destino. El lugar al que lleguemos depende de los caminos que hayamos elegido.

La mejor forma de amar a los niños es permitirles decidir. Decidirán sobre problemas pequeños, muchas veces reversibles. Aprenderán de las frustraciones. Equivocarse es el mejor camino para adquirir seguridad. Cuando un avión se cae se refuerzan los mecanismos de seguridad, y cada vez son más raros los accidentes aéreos.

Madurar es aprender a tolerar las equivocaciones. El que se equivoca poco es porque “no se juega la piel”. Decidir es enfrentar la hoja en blanco, no usar el GPS para vivir.

Se puede vivir sin tomar decisiones. Los otros las tomarán por nosotros. Trabajar por un salario o seguir siempre a la mayoría son formas de vivir sin decidir, formas de evitar frustraciones.

La decisión nos hace singulares, algo extremadamente difícil para seres preparados para agradar al grupo, que siempre habita en nuestra voz interior. 

Decidir es dejar cosas de lado, es renunciar. Dejar abiertas todas las opciones cierra más puertas de las que abre. El tiempo de vida es corto, no tenemos la cantidad suficiente de iteraciones para encontrar el mejor camino. Es más doloroso el arrepentimiento por no haber decidido que por haberse equivocado.

Para decidir se debe fijar límites, reconocer la propia ignorancia, definir los alcances de lo que se sabe, de lo que se cree que se sabe, de lo que no se sabe que no se sabe, y de lo que no se sabe que se sabe. Implica hacer juicios con la humildad de que toda decisión es incompleta, que abre paso a una incertidumbre inerradicable.

La decisión nos enfrenta a nuestra propia contingencia, a la vez que al temor frente a la libertad de hacernos cargo de nuestra vida.

Cuando los dioses nos dieron la razón, también nos dieron la maldición de tener que aprender el arte de decidir.

PD: Si querés algo más https://youtu.be/G3NRdi8lWok?si=pmKFR7z0kl10wyuy

domingo, 5 de mayo de 2024

Cómo ser un buen anfitrión para un celíaco.


 

Una de cada 100 personas puede ser celiaca. Entre tus amigos o familiares puede haber alguna de ellas.

La celiaquía es hereditaria y puede expresarse en cualquier momento de la vida.

Una reunión social con comida es un motivo de preocupación para un celiaco. Muchas personas terminan aislándose porque no pueden compartir momentos con sus amigos sin parecer raros o molestos.

Cuando planificás una reunión o una salida podés tener en cuenta algunos tips para que tu invitado se sienta bien y disfruten juntos del encuentro.

1.      Conocimiento: Informate sobre la enfermedad celíaca y comprende que el gluten está presente en muchos alimentos y productos, incluso en algunos inesperados como salsas y condimentos.

2.      Comunicación: Habla con tu invitado antes del evento para entender sus necesidades y preferencias. Esto te ayudará a planificar el menú y evitar cualquier contratiempo.

3.      Contaminación cruzada: Sé consciente de la contaminación cruzada. Usa utensilios y superficies de cocina limpios y separados para preparar alimentos sin gluten, incluso si cocinas en tu horno alimentos con gluten, el horno se contamina. Asegúrate de que todos los ingredientes estén libres de gluten y no hayan estado en contacto con él.

4.      Restaurantes: hay muy pocos restaurantes que ofrezcan comida para celiacos. Comida sin TACC no es lo mismo que apta celiacos, porque lo más importante es evitar la contaminación cruzada. Los ingredientes pueden no contener gluten y, lamentablemente, la comida puede estar contaminada.

5.      Etiquetado y selección de alimentos: Elegí alimentos que estén certificados como libres de gluten o que naturalmente no contengan gluten. Lee las etiquetas de los productos cuidadosamente para verificar su contenido.

6.      Preparación de alimentos: Prepara los platos sin gluten primero y ten cuidado al cocinar simultáneamente platos con y sin gluten. Considera preparar un menú completamente sin gluten para evitar riesgos.

7.      Educación a otros invitados: Si vas a tener más invitados, infórmales sobre la celiaquía y la importancia de evitar la contaminación cruzada.

8.      Empatía y apoyo: Muestra empatía y apoyo a tu invitado celíaco. Asegúrate de que se sienta incluido y que pueda disfrutar de la comida y la compañía sin preocupaciones.

Recuerda que la seguridad y el bienestar de tu invitado son lo más importante. Si los alimentos se contaminan los efectos duran meses, no sólo es un día de malestar.

 

 Con un poco de planificación y cuidado, podes ser un excelente anfitrión para una persona con celiaquía.

¡Buena suerte!