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domingo, 29 de abril de 2018

Dos imágenes







Seguramente usted vio estas dos imágenes miles de veces. Se repiten cotidianamente, hay detrás de ellas historias también similares.
Vimos tantas veces vecinos indignados protestando en las comisarías que el efecto que nos producen tiene menos emoción que una charla de ascensor. El diálogo que sigue a la manifestación sería más o menos el siguiente:
Comisario: (a sus subordinados) Otra vez estos rompebolas viniendo a joderme a mí. Como si yo pudiera hacer algo!
El guardia le dice que está en línea el intendente.
La puta que lo parió, masculla el comisario. -Hola, si Jefe, cómo anda?
Intendente:  No me armés quilombo, sacá los móviles a la calle. No quiero a los medios jodiendo por acá.
Comisario: No tienen nafta y usted sabe que tenemos una cuadrícula de cuatro km2 y sólo diez efectivos.
Intendente: Cómo que diez! si son como noventa en la plantilla.
Comisario: Descuente los que están de vacaciones, los que tienen parte de enfermo y los que tengo acá adentro para las tareas administrativas y para cuidar a los detenidos.
Intendente: Como sea, pero por un par de semanas quiero que los vean en la calle. Arreglate. Vos sabés cómo hacerlo.
Cuelga.

Historia 2:
Gerente de Marketing: Este año contratamos a Palermo. La competencia viene dura y tenemos que reforzar la imágen de la marca.
Director: Cuánto sale?
Gerente: Un fangote. Pero peor es no estar.
Director: Dejámelo ver, pero tratá de recortar en algún otro lado.

Qué le pasa a usted como consumidor?
En el primero de los casos se va a su casa masticando frustración o, a lo mejor, con la conciencia tranquila frente a sus vecinos porque les podrá mostrar que al menos hizo algo. Cualquiera sea el sentimiento, sabe que las cosas no van a cambiar. Y que seguirán robándole con los impuestos a cambio de nada. Y odia tener que ir a pedirle favores a tipos que viven gracias a su trabajo.
En el segundo de los casos, a lo mejor se lleva una lapicera o una visera como cotillón. Un íntimo orgullo de pertenecer si es consumidor de la marca o una simple indiferencia. Pero de ninguna de las dos maneras le sacarán el fruto de su esfuerzo si usted no lo entrega en forma voluntaria.
Es la diferencia entre los servicios que promete, cobra y no entrega el estado y lo que tienen que hacer los privados para ganarse la vida.

miércoles, 25 de abril de 2018

22 de noviembre de 2015. Breve historia de un populismo más.


El domingo 22 a la noche vi por televisión a un grupo de militantes del gobierno reunidos en la Plaza de Mayo.  Algunos de ellos lloraban. Bueno, -pensé- algo natural. Querían que gane un candidato y ganó otro. Algunos se juegan su empleo en eso.
El lunes, me encontré con una amiga que hacía tiempo que no veía y con la que no hablaba habitualmente de política. Me preguntó cómo me sentía. Felíz, le respondí. Mi temor era que si el gobierno hubiese ganado  las elecciones se profundizaría la chavización del país (un neologismo para explicar el progreso de un populismo muy conocido en Latinoamérica hacia un totalitarismo feroz). Que el gobierno perdiera a manos de un grupo de partidos que proponía una alternativa republicana me alivia. Creí que ella compartiría mi sentimiento. Pero me dijo que había llorado toda la noche. Leyó mi gesto de asombro como un por qué y me lanzó un “tengo miedo que vuelva la derecha”. Cuando me disponía a preguntarle qué era lo que eso significaba para ella me dijo que se tenía que ir a buscar a su hijo para llevarlo a una clase de música, creo.
A esa altura comencé a sentirme como si estuviera en un cine y todos lloraran y a mí la película no me moviera un pelo. ¿Hay algo que yo no estoy entendiendo? Porque sé que no me aqueja el Sindrome de Asperger.
El mismo sentimiento tuve durante estas últimas semanas frente a la “campaña del miedo”. El miedo es el motivador más importante, más que la codicia, más que el amor. Que Macri devaluaría, que liberaría los precios, argumentos que más allá de lógicos son inevitables, pues la devaluación se hace cada vez que por la misma cantidad de dólares –o de cualquier bien- hay más pesos (que no paran de fabricarse),  o porque si los precios no son libres es porque alguien los fija por debajo de lo que lo hace el que vende, perdiendo, en consecuencia, los incentivos para seguir vendiendo, lo que a su vez genera escasez, haciendo que todavía sobren más pesos.
Pero bueno, esos son razonamientos muy racionales o muy técnicos, así que la campaña del miedo comenzó a apelar, como dicen los buenos consultores, a lo más irracional: que Macri quitaría la AUH (¿si todo se hizo tan bien, por qué habría no solo que mantenerla, sino aumentarla?), que Macri liberaría a los genocidas,  que Macri lo traería a Cavallo, que Macri mataría a los jubilados, que Macri nos haría volver a los 90s (donde Macri recién se asomaba a Boca y Scioli era introducido a la política por Menem y los Kirchner eran los gobernadores preferidos de Cavallo). El matemático Adrián Paenza difundió un video pidiendo, rogando, no votar por Macri. El clímax de los argumentos lo enunció el candidato Scioli, cuando describió el Triángulo del Mal compuesto por Macrí, los buitres y el FMI. Uno en cada vértice.
En fin, la idea era presentar miedos tan absurdos que para los que no nos asustamos el efecto fue  el de provocar sorna o risa.
De todos modos,  a la luz de la escasa diferencia a favor de Macri, se ve que algún efecto tuvo, lo que me indica que la sociedad está más enferma de lo que yo pensaba.
Pero bueno –seguí pensando- algo tiene que haber para que la carne se les haga llanto.
Entonces me remonté a 2003, y empecé a repasar qué hicieron.
Llegaron a la presidencia siendo dos desconocidos del sur –en esta tierra de sátrapas y tránsfugas ser desconocido es una ventaja- traídos por Duhalde por descarte de De la Sota (porque no medía) y de Reutemann (porque no quería). Vendiéndonos  una simpática ingenuidad y prometiéndonos un país normal, Néstor Kirchner y su esposa aprovecharon el trabajo sucio hecho por su mentor (una devaluación de la moneda del 300%!, y el robo de los depósitos cariñosamente llamados corralito y corralón mientras no se pagaba la deuda defaulteada) y el maná que hizo llover dólares a la Argentina gracias a que China entendió que lo importante es que los gatos cacen ratones.
Y ahí empezaron a reescribir la nonagésima quinta edición, aumentada y mejorada, del Manual del Populista, cuyas versiones originales pueden leerlas en Maquiavelo, Hayek, Orwell y tantos otros.
Como los libros de management norteamericanos, el manual puede resumirse en una frase: Usted necesita los votos de la mayoría. Haga lo que sea necesario para conseguirlos. Punto.
A eso se han dedicado con esmero y con fruición y, por qué no decirlo, con pericia.
Néstor siempre supo que los hombres, o los políticos mejor dicho, tienen un precio, que en general se puede pactar en billetes. Así que su primera vocación fue hacerse de toda caja que podía rondar por la Argentina. Era imprescindible para comprar voluntades. Luego, la pátina simbólica la darían Carta Abierta, los artistas populares y el Futbol para Todos.
En los primeros tiempos, por lo ya citado, y porque la gente se comió que había que sacrificarse luego de lo que nos hicieron esos turros de los 90s, no le costó mucho juntar plata.
Se apropió de las retenciones y practicó un férreo unitarismo fiscal para disciplinar a sus ex colegas gobernadores, pegando una vuelta de campana sobre sus discursos noventistas sobre la coparticipación (por algo lo llamaban Lupin). Para todas las obras de todo el país la guita salía de Buenos Aires.
Así, ganó caminando en las legislativas del 2005. Transformar el Congreso en una escribanía era el paso siguiente. Hay que tapar el robo con leyes que lo permitan.
Mientras tanto, el proyecto seguía sumando cada vez más amigos, había que poner un plato más en la mesa. Las Madres se recibieron de constructoras y de profesoras universitarias mientras no dejaron de usar la aspiradora, en este caso, de fondos. A cambio, le dieron a Néstor el sable de San Martín, las pilchas de Belgrano, el coraje de Moreno (Mariano, no el vulgar lugarteniente Guillermo) sólo por descolgar un cuadro.
Hasta acá venía sin despeinarse.
Pero claro, pasados los primeros temores y ya sintiendo que iba a renovar el alquiler en Olivos por unos cuantos años más, la codicia le ganó al miedo y alguien le sopló al oído que no está tan bueno eso de vivir con lo nuestro si también se puede disfrutar de la de ellos, técnicamente, del ahorro del mundo. Podíamos volver a endeudarnos, claro que a cambio de renegociar la deuda en default, y allá fue.
Y entró más guita, y se acercaron más amigos. Tenía que hacer dos cosas: tenerlos contentos y que nadie le escupa el asado. Para  lo segundo, le llenó la cara de billetes al FMI que se los reclamaba al 4% en cómodas cuotas pagados con los billetes más urgentes y al 14% que le prestó el luego Pajarito Caribeño.
Y ya no alcanzaba la primera fila de la Rosada para aplaudir: piqueteros, Madres, Abuelas, artistas de variedades, industriales prebendarios, sindicalistas, pejotistas, radicales K, socialistas K, comunistas K, periodistas K. La sartén por el mango, y el mango también.
Acá se dieron cuenta de que el Relato paga. Casi todos los libros de historia nos cuentan la historia de ladrones pero los llaman héroes o próceres. El truco es transformar al damnificado en alguien merecedor de todos los males.
En la primera etapa K los ogros fueron los genocidas de los 70s (estamos en los 2000s y son unos viejos desdentados) y el siempre apto FMI.
Hasta acá la caja daba para hacer lo que todo político que quiera gobernar tiene que hacer: concentrar los beneficios y dispersar los costos. No costaba mucho mantener a los industriales contentos con subsidios y barreras a la importación; a la clase media urbana con subsidios a la energía y al transporte y a los pobres con dinero –muy poco- para que no trabajen.
A todo eso se le llamó –a todo hay que ponerle un nombre rimbombante- Modelo Nacional Productivo de Matriz Diversificada con Inclusión Social. La pucha! Quién se atreve a preguntar qué es eso?
Pero los K no son malos, o si, pero antes que nada son pícaros. Todo esto descansa en la falaz premisa de que hay pobres porque hay ricos. Lo que uno no tiene es porque otro se lo quitó.
Entonces se crearon una imagen de que a pesar de que disponían de más poder y dinero que nadie en la Argentina eran en realidad unos héroes románticos que dejando la vida por su pueblo luchaban contra los Poderes Fácticos Permanentes, a quién nunca identificaron ni van a identificar, por esa cosa que les enseñó Laclau del significante vacío, que a su vez le birló al psicoanálisis lacaniano.
Y el cuento cierra redondo: Necesitas los votos, los conseguís dándole a la gente algo por lo que no trabajó, conseguís a quien sacárselo, lo transformás en enemigo público para que se lo merezca  y todo lo decorás con una puesta en escena envidia de Hollywood.
Todo esto no es posible sin una sociedad tan indigna como los gobernantes. Una sociedad que se da cuenta del cuento, pero cree que se merece todo lo que le dan porque ya le robaron bastante y que igual son todos chorros y mejor agarrar y callarse la boca.
Así que la seguidilla de saqueos tenía la mesa servida. Primero las AFJPs. A sólo un mes de preguntarle a la gente qué sistema de ahorro para su jubilación prefería, hizo todo lo contrario a lo que el público eligió y se apropió de la caja. Luego los impuestos empezaron a subir por el ascensor –nos cobran impuestos expropiatorios para devolvernos una parte en subsidios injustos-.
El gobierno de Néstor experimenta una fatiga moral. Después de cuatro años en los que para sacarnos del infierno se permitieron arbitrariedades no propias de un país decente-entre ellas la destrucción de las estadísticas del INDEC-, se promete una etapa de institucionalidad y llegan Cristina, Cobos y Vos.
Ganan la elección y los ingenuos somos los que nos creímos que institucionalidad quería decir  dejar de lado las arbitrariedades y establecer un sistema de reglas de juego claras e iguales para todos.
Pero no, para esta gente la institucionalidad consiste en dar a la arbitrariedad un blindaje legislativo. Después de todo, en la verdadera democracia no importa la Ley sino lo que el pueblo quiere. Y qué quiere el pueblo?  Pues lo que dice el gobierno que el pueblo quiere. Otra vez el significante vacío.
Y llega la madre de todas las batallas de la era K. La de apropiarse la renta del sector más jugoso. La gente sale a la calle y el campo gana la batalla por las retenciones, y el gobierno empieza a ganar la guerra en la cultura.
Se llamó oligarcas –agrogarcas- a los tipos que sólo querían impedir que se quedaran con el fruto de su trabajo.  Así se instaló la idea de que todos los negocios tienen que pasar por el estado, que es quien conoce las necesidades de todos y sabe cómo repartir lo que cada uno produce.
La derrota económica muta en triunfo político. El freno agropecuario al expolio se interpreta como el poder de los poderes fácticos que hay que combatir. Encima a esos chetos en 4x4 se les ocurrió ocuparnos la calle.
Ahí nos hicieron gastar guita en Delía y en los sindicatos para mostrarles quién la tiene más grande. Ahora esos que no dan puntada sin hilo nos van a pedir una parte. Es hora de crear una fuerza de choque con los nuestros y financiarla con empleos públicos. Avisale  a Máximo que traiga unos amigos.
Trabas a las exportaciones agropecuarias y a las importaciones de bienes siguieron en la saga, con la excusa de proteger la mesa de los argentinos y la industria nacional.
El próximo turno para la apropiación lo tenía el banco central. Se modifica la carta orgánica y se cambia la obligación del banco de proteger el valor de la moneda por el de fomentar el empleo, que en criollo significa que el gobierno puede hacer uso y abuso de las reservas (que son el ahorro de los ciudadanos) y emitir todos los pesos que hagan falta para seguir comprando voluntades.
Como uno no puede comerse a la gallina y pedirle que ponga huevos, la producción y el empleo privado empiezan a caer.
Los opositores y la prensa que explican esta situación son perseguidos y calificados de antipatrias.
No es que se hicieron las cosas mal sino que el mundo se nos cayó encima.
Pero por supuesto que para el que piense que el gobierno tiene razón y  que uno no es más que un cipayo conspirador, ahí están a la vista, uno puede ir a verlos y admirarlos, olerlos, tocarlos y disfrutarlos, los logros de la docena K: autopistas por todo el país, modernos hospitales públicos, escuelas que despiertan la envidia de los países nórdicos por el nivel de educación de sus niños, obras hidoreléctricas, redes de distribución de energía, agua y cloacas, obras hídricas que transformaron a las inundaciones en cosa del pasado, etc.
Ah no?, que para el pan no alcanzó entonces nos gastamos todo en el circo de Tecnópolis, Futbol para Todos, 678, recitales de Copani y películas de Andrea del Boca?
Bueno. Gobernar es fijar prioridades y lo primero era recuperar Aerolíneas para La Cámpora e YPF para la ponerla a pedir los dólares que al gobierno no le prestan ni a tasas del 20%.
Es así. Cuando peor hacés las cosas más autoritario te tenés que poner.
Cuando las cosas se empiezan a poner duras con Moyano porque la inflación le come los bolsillos a los laburantes y con los del partido Obrero porque se la ven venir y piden que los tomen en la planta permanente del estado matan a Mariano Ferreyra y se muere Néstor.
Lo llaman a Grosman que le salió fenómeno lo de los fastos del bicentenario para que produzca el funeral. Y sale redondo. Por esa debilidad de los latinos para transformar a todos los muertos en buenos.
Nace el Nestornauta, La Cámpora compra y vende gorros, banderas y vinchas y Ella se transforma en la Madre de la Patria.
No importa lo que haya que gastar ni de dónde va a salir la plata. La patria está primero.
Llegan en pleno luto las elecciones de 2011. Ella elige a un muchacho simpático que descubrió el negocio de fabricar la guita y las bondades de comprar departamentos en Puerto Madero.
Por suerte la oposición está llena de socialistas de todos los partidos y les da culpa desnudar la mentira de la distribución del ingreso porque en el fondo piensan igual aunque no les gusta hundir las manos en el barro.
Lo de la sintonía fina es un recuerdo y empiezan a repartir dádivas para todos y todas. Viajamos al exterior con dólar a $ 5.- y pagados en cómodas cuotas.
Como tampoco la clase media es tonta, se la ve venir y compra cualquier cosa verde que le pongan enfrente.
Todos saben que la fiesta está por terminar y que afuera están esperando los del catering para cobrar, por eso nadie quiere ser el primero en salir.
Ganan la reelección con el 54% de los votos y se llevan de yapa la mayoría en ambas cámaras del congreso y el convencimiento de diputados y senadores de que hay que hacer lo Cristina quiere, que es la que sabe interpretar lo que quiere el pueblo.
Dos días después de las elecciones se dan cuenta que no tienen la máquina de imprimir dólares y ponen el Cepo. No sé si en ese momento mandaron a tallar la lápida para las inversiones.
Con el norte del país bajo el agua Cristina inaugura en la popular de Rosario el Vamos por Todo.
En este caso, la prioridad es arrasar a la prensa opositora y dominar al poder que falta. Nace Justicia Legítima con abogados militantes y carpetas de la SIDE de Stiuso para usar contra los rebeldes.
En el medio se promueve el matrimonio igualitario, que sirve como otro motivo para marcar la cancha entre nosotros y ellos.  Sólo por usar la palabra matrimonio.
Por si hacían falta más extravíos se firma un memorando con Irán para tratar de que ellos se autoacusen del atentado a la Amia. Ya no nos quedan más amigos que los más malos del barrio.
Mientras toda la historia oficial se reescribe en el manual de Paka-Paka el narcotráfico se apodera de las villas y de los lobbies.
No se crea más empleo privado hace rato.
Griesa les hace el favor de fallarles en contra en un juicio y el ingenuo anciano se transforma en el rey de los Buitres.
El significante vacío Buitre reemplaza en la vitrina peronista al mote de antipatria.
Muchos se dan cuenta del peligro que Cristina está empezando a ser. Massa se anima y le voltea la rerreelección (vieron lo mal que luce la palabra?).
Pasan dos o tres pavadas más como el traslado de la estatua de Colón pero ya se huele el fin de ciclo. Porque los extravíos son muy evidentes en las cadenas nacionales y porque las bodegas del Banco Central podrían usarse como hangares anexos del aeroparque por lo vacías.
Para colmo, el fiscal Nisman se muere justo un día antes de presentar sus pruebas al congreso sobre el ataque a la AMIA.
Pero como “es la economía, estúpido”, mientras la gente tenga papeles en los bolsillos y cuotas hasta para comprar la comida del canario, todo es cuestión de seguir sacándole a los ricos para repartirla entre nosotros. El problema aparece cuando nosotros empezamos a formar parte de los ricos y nos sacan la mitad del sueldo con el impuesto a las ganancias.
La oposición empieza a hacer cálculos a ver si le conviene ir dividida o juntarse. El gobierno empieza a hacer cálculos a ver si le conviene tragarse a Scioli o mide algún otro.
Mientras lo único que crece es el narcotráfico, las economías regionales desfallecen y nos pasamos todo el 2015 con más elecciones que partidos de fútbol.
Llegamos a las PASO con un empate técnico. Nada se definió de cara a la primera vuelta. Sólo que en el medio se produjeron en Tucumán las elecciones más viciadas de la era moderna.
Si el dólar está en el Cepo, Scioli está en el potro. Tironeado, para ver si junta los votos que le faltan para cumplir su sueño de ser presidente luego de dejar a la provincia más grande y rica del país en la miseria, entre sumar entre los independientes o entre los fanáticos que no son suficientes.
Decide hacerse más K que nunca y pierde.
Esa es la historia. Fin de la película. Todavía no entiendo por qué lloran.

jueves, 19 de abril de 2018

La parábola de la vida. Notas muy básicas de educación financiera.






La parábola de la vida tambien se dibuja en las finanzas personales.


Las finanzas personales son para la educación formal un tema más tabú que el sexo. Por más que se hurgue en los programas de estudio de la educación básica y secundaria no se encuentra ningún atisbo sobre la temática.
Tal ausencia resulta llamativa siendo que las decisiones financieras están entre las más importantes dentro del destino de las personas.
Muy básicamente, las finanzas personales tratan de enseñar sobre el manejo de los ingresos y los gastos en el transcurso de la vida.
No hace falta resaltar las penurias a las que se ven sometidas las personas que no tienen un acercamiento ni siquiera intuitivo al problema.
Para explicarlo de un modo gráfico podríamos ver así la representación de ingresos y gastos:
Donde vemos el paso del tiempo en el eje horizontal y los ingresos en el vertical.

 


Primera etapa: Crecimiento.
Desde el nacimiento y hasta finalizar la escolarización, que puede incluir, al menos  en una proporción variable, los estudios universitarios, nuestros padres se ocupan de nuestras necesidades financieras: casi no generamos ningún ingreso y ocasionamos a la familia los gastos derivados de nuestro cuidado y educación (alimentación, vestimenta, educación, etc.).

En términos económicos diremos que durante esta etapa acumulamos el capital que llamamos conocimiento para aprender las destrezas necesarias para desempeñarnos en la vida en forma independiente. Es evidente la importancia del aprovechamiento de este periodo para afrontar el que sigue.

Segunda Etapa: desarrollo y consolidación.
Entre los 25 y los 65 años atravesamos nuestra etapa más productiva. Desarrollamos nuestras carreras y consolidamos nuestra posición financiera. Entre los 45 y los 55 años alcanzamos el pico de nuestros ingresos activos –los conseguidos mediante el trabajo- y luego estos empiezan a declinar.
Es la etapa más productiva y también la más peligrosa en términos financieros. A medida que nos acercamos al final de esta etapa los errores cometidos se pagan más caros, pues no queda tiempo para corregirlos.
De la mano de los ingresos crecientes también crecen los gastos. Durante esta etapa se forman las familias y con ellas aparecen los gastos relacionados con la vivienda, la crianza y la educación de los hijos.
Las personas de este rango de edad son las más codiciadas por muchos mercados de bienes y servicios, porque tienen  excedente de ingresos para gastar. Por ello, es necesario aprender a manejar inteligentemente los gastos.
Hay que tomar decisiones sobre la conveniencia de tener o no vivienda propia y decidir si conviene o no contratar una hipoteca para adquirirla, pensar en la cantidad de hijos que se desea tener, criarlos y pagar su educación, a la vez que aparecen infinidad de tentaciones para llevar una vida más confortable: comprar un vehículo, salir de vacaciones, comprar ropa de moda, comer fuera de la casa, etc. etc.
Todas estas decisiones se toman en un marco de incertidumbre (la que es mayor en países inestables económicamente) pues no se conoce con certeza si los ingresos van a ser o no estables.
Por otro lado, se reciben múltiples ofertas de préstamos (son eso las tarjetas de crédito) que comprometen los ingresos hasta su límite y aún más allá. Esto provoca que muchas personas pasen muchos años endeudadas, si es que alguna vez en la vida no lo están.
Es más fácil en nuestros tiempos escuchar a alguien confesar sus inclinaciones sexuales o como se entretiene en su alcoba que oírlas hablar de sus deudas o de su capacidad de ahorro. Hay detrás de esto algo vergonzante.
Sin embargo, es difícil que alguien ignore que no siempre va a tener la misma capacidad de generar ingresos y que casi inevitablemente estos disminuirán en la última etapa de la vida.
Pero estamos llenos de preocupaciones y de tentaciones cotidianas y tendemos a no pensar en ese futuro lejano… hasta que cada vez se lo ve más cerca.
De todo esto surge la importancia de comprender el valor del ahorro y la inversión. Lo mejor sería aprenderlo en la primera etapa. La mayoría no lo hace. En primer lugar porque no se enseña en las escuelas y, principalmente,  tampoco se enseña en los hogares, ni por medio de explicaciones ni por medio de ejemplos de conducta.
Ninguna familia debería consumir todos sus ingresos, y mucho menos más que sus ingresos. Una proporción de ellos debe ser ahorrado para capitalizarse, esto es, para adquirir bienes o servicios que permitan aumentar los ingresos familiares, y si es posible, incluso más allá del trabajo propio.
Hoy existen muchas alternativas para invertir los ahorros, desde los más modestos a los más holgados. Hay muchos libros y publicaciones que enseñan cómo hacerlo. El mayor o menor grado de éxito dependerá de la habilidad de cada uno.
Pero, ¿cómo saber cuánto debería ahorrar? Lo más sencillo pero a la vez útil es comenzar por hacer un registro de los gastos mensuales y clasificarlos, luego revisarlos e intentar proyectar al futuro cuántos de estos gastos se van a mantener, a bajar o a subir. Este resultado va a ser el que le indique a valores actuales lo que se va a necesitar para vivir un mes en el futuro. Esos gastos va a tener que afrontarlos con los ingresos de los que disponga en ese momento más el producido por las inversiones realizadas durante la vida, multiplicados por todos los meses que piense que vaya a vivir. Matemática de la más simple.
Más sencillo. Con el 20% de ahorro de los ingresos que produce durante un año le va a alcanzar para vivir un año sin ingresos (con el mismo nivel de vida) cada cinco años de ahorro. Si trabaja durante treinta años, sus ahorros (que deben ser mantenidos constantes en términos de poder adquisitivo) le van a alcanzar para vivir seis años sin ingresos.
¿Cuántas familias hacen estos simples cálculos? Si no los hacen, sospecho que sucede como con los exámenes médicos, con una simple muestra de sangre uno puede conocer mucho del estado de su salud. Pero no lo hace porque no quiere saberlo!
Ya se habrá dado cuenta de la importancia de ahorrar y de invertir –para no sólo mantener constante sino incrementar su capital- si espera vivir una vida larga y sin penurias financieras.

Tercera etapa:  La cosecha.
En esta etapa se reflejan inexorablemente los aciertos y los errores de las etapas anteriores. Los ingresos corrientes disminuyen y es necesario recuperar el capital invertido. Los gastos familiares se atenúan pero se incrementan los gastos médicos. Por eso es bueno llegar a esta etapa de la vida manteniendo una buena salud, además de la salud financiera. Una y otra, son un largo camino que conviene comenzar desde las etapas más tempranas de la vida para no tener que dejarle todo el trabajo a la Providencia.


Esta explicación es como las dietas, muy simple de entender y difícil de realizar. Si se consigue el éxito, la satisfacción es grande. Es una carrera de largo aliento que es mejor no correr solo sino con todos los afectados por las decisiones que se tomen.