Seguramente usted vio estas dos imágenes miles de veces. Se
repiten cotidianamente, hay detrás de ellas historias también similares.
Vimos tantas veces vecinos indignados protestando en las
comisarías que el efecto que nos producen tiene menos emoción que una charla de
ascensor. El diálogo que sigue a la manifestación sería más o menos el
siguiente:
Comisario: (a sus subordinados) Otra vez estos rompebolas
viniendo a joderme a mí. Como si yo pudiera hacer algo!
El guardia le dice que está en línea el intendente.
La puta que lo parió, masculla el comisario. -Hola, si Jefe,
cómo anda?
Intendente: No me
armés quilombo, sacá los móviles a la calle. No quiero a los medios jodiendo
por acá.
Comisario: No tienen nafta y usted sabe que tenemos una
cuadrícula de cuatro km2 y sólo diez efectivos.
Intendente: Cómo que diez! si son como noventa en la
plantilla.
Comisario: Descuente los que están de vacaciones, los que
tienen parte de enfermo y los que tengo acá adentro para las tareas administrativas
y para cuidar a los detenidos.
Intendente: Como sea, pero por un par de semanas quiero que
los vean en la calle. Arreglate. Vos sabés cómo hacerlo.
Cuelga.
Historia 2:
Gerente de Marketing: Este año contratamos a Palermo. La
competencia viene dura y tenemos que reforzar la imágen de la marca.
Director: Cuánto sale?
Gerente: Un fangote. Pero peor es no estar.
Director: Dejámelo ver, pero tratá de recortar en algún otro
lado.
Qué le pasa a usted como consumidor?
En el primero de los casos se va a su casa masticando
frustración o, a lo mejor, con la conciencia tranquila frente a sus vecinos
porque les podrá mostrar que al menos hizo algo. Cualquiera sea el sentimiento,
sabe que las cosas no van a cambiar. Y que seguirán robándole con los impuestos
a cambio de nada. Y odia tener que ir a pedirle favores a tipos que viven
gracias a su trabajo.
En el segundo de los casos, a lo mejor se lleva una lapicera
o una visera como cotillón. Un íntimo orgullo de pertenecer si es consumidor de
la marca o una simple indiferencia. Pero de ninguna de las dos maneras le
sacarán el fruto de su esfuerzo si usted no lo entrega en forma voluntaria.
Es la diferencia entre los servicios que promete, cobra y no
entrega el estado y lo que tienen que hacer los privados para ganarse la vida.
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