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lunes, 21 de diciembre de 2020

Vayan como lobos entre ovejas

 

Yo los envío como a ovejas en medio de lobos

Mateo 10,16-23.

 

¿Quién no ha oído alguna vez esta parábola con la que Cristo animó a sus seguidores a llevar su palabra?

Eran otros tiempos…

El consenso actual de la ciencia explica que toda forma de vida busca perpetuar su especie utilizando todo tipo de estrategias, desde los más elementales virus que mutan una pequeña parte de su estructura para engañar a los mecanismos de defensa de sus huéspedes hasta los agresivos seres humanos que despliegan toda su inteligencia para crear la tecnología que les permite prolongar y extender su existencia en el planeta.

Entre los cientos de miles de especies que habitan la Tierra están las ovejas y los lobos. La mitología humana les atribuye el carácter sumiso, generoso, ingenuo e inocente a las primeras, mientras que califica a los lobos como astutos, feroces y poco confiables.

A juzgar por los resultados, la estrategia de supervivencia de los ovinos es muchísimo más exitosa que la de los lobos. Se calcula que la población mundial de ovejas es de alrededor de 1.100 millones de individuos repartida en los cinco continentes, mientras que sólo quedarían unos 200 mil lobos, refugiados en las más frías tierras de América del Norte y Asia.

Las ovejas han sabido domesticar a los hombres. A cambio de sacrificar algunas vidas, ellas reciben protección de los depredadores naturales y alimento seguro para su insaciable apetito durante toda su vida. Los hombres cuidan de ellas trabajando incansablemente.

Los lobos que no se domesticaron sufren todo tipo de persecuciones y amenazas, deben trabajar mucho para conseguir alimento y su hábitat es cada vez más reducido.

Hay hombres que aprendieron la lección y se someten mansa y despreocupadamente al designio de otros, recibiendo como recompensa alimento y abrigo a cambio de nada, o de muy poco. Basta con introducir un trozo de papel en una urna cada tanto. Y educan a sus hijos para no desviarse de esta conducta. Así que si les ordenan quedarse en sus casas porque esa es la mejor manera de recibir lo que necesitan, eso es lo que hacen.

Pero también hay hombres inadaptados, que creen que una vida demasiado previsible no es una vida digna de ser vivida, a quienes no les basta el alimento o el abrigo, ya que tampoco esto está garantizado para siempre. Algunos de estos hombres intentan, a veces, convencer a los otros, la mayor parte de las veces son simplemente ignorados y otras son rápidamente expulsados y perseguidos, y suelen morir en soledad.

domingo, 13 de diciembre de 2020

El Mito de la Pandemia

 

Tiempos difíciles hacen hombres fuertes,

hombres fuertes hacen tiempos fáciles,

tiempos fáciles hacen hombres débiles,

hombres débiles hacen tiempos difíciles.

Proverbio árabe

 

El célebre Yuval Noah Harari llama Revolución Cognitiva al episodio ocurrido hace unos 70.000 años que permitió a una de las especies humanas, el Sapiens, dominar al resto de las especies, tanto humanas como animales y crear la cultura. Esta revolución consiste en la construcción de mundos artificiales que permiten interpretar la realidad y construir redes de sentido y favorecen las relaciones entre grupos humanos que no mantienen entre sí contactos directos ni cotidianos.

El instrumento de la Revolución Cognitiva es el lenguaje. Por medio de él construimos la realidad o la interpretamos, lo que es lo mismo. Y vale tanto para la realidad exterior como para la interior.

Sigmund Freud explicó que nuestra conducta está guiada por el principio de placer que, curiosamente, se guía más por la norma de evitar el displacer antes que por alcanzar lo placentero, haciendo equilibrio entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte.

El ser humano "normal" que para Freud es el neurótico con capacidad de "amar y trabajar" es quien logra mediante su narrativa personal construir su propio mito y sostener una vida medianamente equilibrada.

Los Sapiens, para seguir a Harari, somos seres mitológicos, nuestra existencia no es posible sin una narrativa que la explique y le dé consistencia, no podemos vivir sin una explicación de lo que sucede. La salud mental depende de ello.

No sabemos si el coronavirus llamado Sars-Cov2 se propagó por el planeta desde fines de 2019 o antes, y si la enfermedad que provoca que hemos llamado Covid-19 comenzó o no en China en noviembre de 2019 o antes o en otro sitio o si es exclusivamente producida por este virus.



Lo que sí sabemos es que en 2020 hemos creado un mito, el Mito de la Pandemia, que ha conmovido en casi todos los puntos del planeta las creencias acerca de la seguridad, el progreso, el capitalismo, la globalización, la ecología, la justicia, el orden social, el rol del estado y tantos otros mitos que nos permiten vivir en sociedad.

Sabemos que la Covid-19 como enfermedad no es la gran cosa, pandemias parecidas de gripe han producido efectos más letales en el siglo XX. Sin embargo no se ha construido ninguna mitología alrededor de ellas. Es difícil encontrar en los textos de historia referencias a la Gripe Española como antecedente de conmoción en el orden social y ha sido una enfermedad mucho más letal que la Covid-19.

Sería ocioso discutir si la mitología creada alrededor de la Covid-19 ha sido intencional, pergeñada por los artífices del El Gran Reseteo anticipado por el Foro Económico Mundial en 2016 (ver https://www.youtube.com/watch?v=ZzdCTyMWQBs) o responde a un emergente espontáneo porque los humanos razonamos parecido, nunca lo sabremos.

La realidad es que se nos han impuesto, con un consenso muy amplio en la mayor parte de los países, medidas muy restrictivas a nuestra libertad, impensadas un año atrás.

Las poblaciones han elegido por voluntad o, peor, por una negligente y despreocupada omisión, la seguridad, o una simple apariencia de ella, frente a la libertad para evitar la incertidumbre que viene con ella.

Tal vez, otra vez, enfrentados a la decisión entre el honor y la guerra se ha decidido perder el honor y tendremos los dos, sólo que esta vez la disyuntiva es entre la libertad y la salud. Hemos decidido perder la primera, y diría, que perderemos las dos.

El Mito de la Pandemia es el que mejor se acomoda a nuestros tiempos fáciles.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Vacunarse

 

Tal vez pueda ser desmentido muy rápidamente pero no recuerdo algún episodio en la historia humana reciente en el que una vacuna esté lista en los tiempos que demanda la política en vez de serlo en los tiempos en los que la ciencia lo hace posible.

Contra lo que se ha expresado, los mandatos de confinamiento al que los gobiernos han acudido para enfrentar la pandemia de Covid-19 obedecieron más a razones económicas que sanitarias. Fue por la escasez de recursos sanitarios que se intentó contener los contagios o mitigarlos, porque siempre se supo que la salud de la población no solo consiste en evitar enfermarse de algo sino llevar una vida saludable. El que tenga dudas sobre este punto no tiene más que buscar la archiconocida definición de salud que pregona la OMS.

Luego de muchos meses de confinamiento está muy claro que los efectos de este remedio son peores para la población que la propia Covid-19. Tal vez el año próximo conozcamos estadísticas más precisas, o más confiables o con ninguna de esas dos características sobre la carga de mortalidad que han sufrido los países debido a la pandemia causada por el coronavirus, para evaluar si ha sido mayor, igual o menor que en otros años. De lo que podríamos estar seguros es que nadie quiere volver a repetir en su vida lo que vivió en 2020.

Casi en forma unánime, los gobiernos del mundo han puesto en la vacuna la esperanza de recuperar la vida que teníamos hasta antes de la pandemia, es decir, sumarán un nuevo error a todos los que vienen cometiendo.

Si algo se sabe acerca de la infección por SARS-Cov2 y de la Covid-19 es que aún se sabe muy poco. Y si algo se sabe de las vacunas es que necesitan varios, no menos de cinco, años para comprobar su eficacia o, en todo caso, su inocuidad.

Pero estos no son tiempos que la política esté dispuesta a tolerar. Todos los gobiernos quieren transformar a la vacuna en el salvoconducto necesario para volver a una vida normal. No importa si la vacuna sirve o no. Eso formará parte de una controversia que sólo estará en los journals especializados.

Ningún medicamento ni intervención médica está libre de riesgos, de allí el famoso “Ante cualquier duda consulte a su médico”, que debería completarse con el más prudente “Ante cualquier médico consulte a su duda”, porque cuando se trata de la propia salud o la de un ser querido conviene decidir de la forma más informada posible.

Muy probablemente los ciudadanos sólo nos enteremos por medio de la letra chica de los riesgos que conlleva para cada uno aplicarse la vacuna contra la Covid-19. Y se debe prestar atención en el “para cada uno” ya que  “para cada uno” también es diversa la suerte que se corre al infectarse con el coronavirus.

Lo mejor que podemos hacer en los tiempos inmediatos por venir es estar alerta e informados para no caer nuevamente bajo los designios de los arrogantes que jamás pagarán por sus errores.

viernes, 30 de octubre de 2020

Está mal, pero no tan mal...

El insidioso y solapado camino a la destrucción (o deconstrucción) de los valores.

 

El polifacético conductor de TV Guido Kaczka popularizó esta frase en uno de los tantos programas de preguntas y respuestas de los que la TV suele poner al aire para que los televidentes se conformen con ver que hay personas más estúpidas que ellos. La frase redime a las respuestas equivocadas intentando encontrar una lógica detrás del flagrante error para salvar al participante del ridículo. Bien visto, es un acto de amorosa compasión.

Pensado con un poco más de detenimiento, el abuso de este recurso puede llevarnos a confundir de modo severo la diferencia entre la verdad y la mentira, entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malo; y transformarnos en víctimas de un relativismo que nos pone a la deriva, a merced de cualquier viento que nos deposite en las playas menos deseadas.

Entre los muchos trabajos dedicados a descubrir cuáles son las claves del progreso social se destacan principalmente tres argumentaciones que de modo esquemático pueden agruparse en Estructuralismo, Institucionalismo y Culturalismo.

Los Estructuralistas, -marxistas, neomarxistas y estructuralistas-,  casi niegan el desarrollo, entienden las relaciones sociales en función de conflictos permanentes como lucha de clases, agrupando a estas de diversas maneras. La evolución de las sociedades se da en el desarrollo de este conflicto, que abarca tanto el sistema de valores y la cultura –la infraestructura-, como el sistema institucional –la superestructura-.

Los Institucionalistas sostienen que lo principal en el camino hacia el desarrollo consiste en dotar a la sociedad de un conjunto de normas jurídicas que ordenan, reglamentan y establecen el marco necesario que regula los comportamientos sociales sin los cuales se desdibujan los incentivos que llevan a los actores sociales a proyectar su futuro. De allí que pueblos idénticos culturalmente hayan tenido recorridos muy diferentes cuando sus marcos institucionales son distintos (las dos Coreas o las dos Alemanias).

Los Culturalistas hacen mayor hincapié en el sistema de valores, convicciones, creencias o idiosincrasia de las sociedades como motor del desarrollo. Los marcos institucionales responden, en estos casos, a un orden emergente que normatiza lo que espontáneamente surge del sistema de valores. De allí que sostengan que no es recomendable trasplantar las normas de una sociedad exitosa a otra culturalmente no preparada. Sobran ejemplos de estos fracasos, Argentina entre ellos.

Recomiendo esta exposición para ampliar esta breve descripción https://www.youtube.com/watch?v=2jep7miuLO8

Los hechos que los argentinos estamos viviendo estos últimos tiempos –siendo estos últimos tiempos un periodo de extensión imprecisa que se va haciendo más prolongado a medida que analizamos el pasado reciente a la luz de este marco conceptual, que nos permite resignificar variados acontecimientos- conmueven nuestros sistemas de valores.

En efecto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que existe, aunque yo ya no esté tan seguro de que siga existiendo, una trama de creencias básicas compartidas por los argentinos durante los últimos 150 años que han servido de cimientos de nuestra nación. Son unas pocas y simples convicciones acerca de lo que es correcto.

El hombre común tiene como principios indiscutibles que no se debe matar, pues la vida es el derecho supremo y preservarla la primer obligación, que está mal resolver los conflictos por la fuerza y por mano propia, que no se debe robar, por lo tanto el respeto por la propiedad privada es irrestricto, que el progreso es hijo del trabajo y del esfuerzo, que la educación es el mejor capital del ser humano y la mejor herencia que puede dejársele a los hijos, que el ahorro es la base de la fortuna, que la libertad individual para elegir es el mejor camino hacia la felicidad. A ellos los acompañan conductas como la solidaridad, la puntualidad, la austeridad, el compromiso con la palabra empeñada, la honestidad, la honradez, la veracidad, el orden, la disciplina y, tal vez, un pequeño puñado de cosas más. Pero no mucho más.

En estos últimos tiempos estamos viendo que la validez de estas creencias está siendo cuestionada. Como nuestro conductor de TV, algunos hombres destacados de nuestra sociedad están diciendo “eso está mal, pero no tan mal”.

Matar está mal si alguien lo hace en defensa propia pero no tan mal si el que mata lo hace para obtener un par de zapatillas que no puede comprar porque la sociedad lo oprime a la vez que le hace desear lo que no puede obtener por métodos lícitos. Rápidos para poner etiquetas le llamamos a esta impunidad relativa “Doctrina Zaffaroni”.   

Robar está mal, pero no tan mal si el que roba es un político que ofrece dinero a personas a cambio de casi nada.

La propiedad privada es inviolable, pero se la puede expropiar con impuestos para financiar cualquier cosa que los votantes deseen, como mirar los partidos de fútbol gratis.

No respetar los contratos está mal, pero no tan mal si se quiebran los compromisos para favorecer a los deudores o a los inquilinos.

Estudiar y aprender ya no están tan bien vistos porque el mérito es segregacionismo.

El ahorro es dañino para la sociedad pues es gastar lo que uno no tiene lo que va a hacer crecer la economía del país.

Somos libres para opinar lo que querramos, siempre que no se ofenda a las autoridades.

Estoy seguro que el lector puede agregar unos cuántos ejemplos más a esta lista. Entre ellos FratelliTutti.

Tal vez las usurpaciones de tierras que son noticia por estos días no se traten de hechos aislados sino que forman parte de un intento por subvertir los valores y principios que durante tantos años gobernaron a nuestra comunidad.

Tal vez a ello apunten las nuevas “deconstrucciones” - increíble neologismo, ya que lo opuesto a construcción es destrucción, al menos en castellano- , comenzando por el lenguaje inclusivo y terminando por la democracia y la república.

Tal vez no todo sea tan espontáneo sino la sistemática práctica del programa gramsciano de tomar la educación y la cultura y el resto vendrá por añadidura.

Tal vez Kruschev estaba en lo cierto en su discurso en la ONU el 29 de septiembre de  1959:

“...Los hijos de tus hijos vivirán bajo el comunismo. Ustedes los occidentales son tan crédulos que no aceptarán el comunismo directamente pero seguiremos alimentándoles con pequeñas dosis de socialismo hasta que finalmente despertarán y descubrirán que ya tienen comunismo para siempre.  No tendremos que pelear con ustedes.  Debilitaremos tanto su economía hasta que caigan como fruta madura en nuestras manos.

La democracia dejará de existir cuando les quiten a los que están dispuestos a trabajar y se lo den a aquellos que no."

Tal vez ya no sepamos bien qué es lo que está mal. Y los participantes de los concursos de TV podrán todos reclamar su merecido premio.

 

martes, 13 de octubre de 2020

Por qué lloran. Breve reseña de la Década Ganada.

 

El domingo 22 de 2015 a la noche vi por televisión a un grupo de militantes del gobierno reunidos en la Plaza de Mayo.  Algunos de ellos lloraban. Bueno, -pensé- algo natural. Querían que gane un candidato y ganó otro. Algunos se juegan su empleo en eso.

El lunes, me encontré con una amiga que hacía tiempo que no veía y con la que no hablaba habitualmente de política. Me preguntó cómo me sentía. Felíz, le respondí. Mi temor era que si el gobierno hubiese ganado  las elecciones se profundizaría la chavización del país (un neologismo para explicar el progreso de un populismo muy conocido en Latinoamérica hacia un totalitarismo feroz). Que el gobierno perdiera a manos de un grupo de partidos que proponía una alternativa republicana me alivia. Creí que ella compartiría mi sentimiento. Pero me dijo que había llorado toda la noche. Leyó mi gesto de asombro como un por qué y me lanzó un “tengo miedo que vuelva la derecha”. Cuando me disponía a preguntarle qué era lo que eso significaba para ella me dijo que se tenía que ir a buscar a su hijo para llevarlo a una clase de música, creo.

A esa altura comencé a sentirme como si estuviera en un cine y todos lloraran y a mí la película no me moviera un pelo. ¿Hay algo que yo no estoy entendiendo? Porque sé que no me aqueja el Sindrome de Asperger.

El mismo sentimiento tuve durante estas últimas semanas frente a la “campaña del miedo”. El miedo es el motivador más importante, más que la codicia, más que el amor. Que Macri devaluaría, que liberaría los precios, argumentos que más allá de lógicos son inevitables, pues la devaluación se hace cada vez que por la misma cantidad de dólares –o de cualquier bien- hay más pesos (que no se paran de fabricar),  o porque si los precios no son libres es porque alguien los fija por debajo de lo que lo hace el que vende, perdiendo, en consecuencia, los incentivos para seguir vendiendo, lo que a su vez genera escasez, haciendo que todavía sobren más pesos.

Pero bueno, esos son razonamientos muy racionales o muy técnicos, así que la campaña del miedo comenzó a apelar, como dicen los buenos consultores, a lo más irracional: que Macri quitaría la AUH (si todo se hizo tan bien, por qué habría no solo que mantenerla, sino aumentarla?), que Macri liberaría a los genocidas,  que Macri lo traería a Cavallo, que Macri mataría a los jubilados, que Macri nos haría volver a los 90s (donde Macri recién se asomaba a Boca y Scioli era introducido a la política por Menem y los Kirchner eran los gobernadores preferidos de Cavallo). El matemático Adrián Paenza difundió un video pidiendo, rogando, no votar por Macri. El clímax de los argumentos lo enunció el candidato Scioli, cuando describió el Triángulo del Mal compuesto por Macrí, los buitres y el FMI. Uno en cada vértice.

En fin, la idea era presentar miedos tan absurdos que para los que no nos asustamos el efecto fue  el de provocar sorna o risa.

De todos modos,  a la luz de la escasa diferencia a favor de Macri, se ve que algún efecto tuvo, lo que me indica que la sociedad está más enferma de lo que yo pensaba.

Pero bueno –seguí pensando- algo tiene que haber para que la carne se les haga llanto.

Entonces me remonté a 2003, y empecé a repasar qué hicieron.

Llegaron a la presidencia siendo dos desconocidos del sur –en esta tierra de sátrapas y tránsfugas ser desconocido es una ventaja- traídos por Duhalde por descarte de De la Sota (porque no medía) y de Reutemann (porque no quería). Vendiéndonos  una simpática ingenuidad y prometiéndonos un país normal, Néstor Kirchner y su esposa aprovecharon el trabajo sucio hecho por su mentor (una devaluación de la moneda del 300%!, y el robo de los depósitos cariñosamente llamados corralito y corralón mientras no se pagaba la deuda defaulteada) y el maná que hizo llover dólares a la Argentina gracias a que China entendió que lo importante es que los gatos cacen ratones.

Y ahí empezaron a reescribir la nonagésima quinta edición, aumentada y mejorada, del Manual del Populista, cuyas versiones originales pueden leerlas en Maquiavelo, Hayek, Orwell y tantos otros.

Como los libros de management norteamericanos, el manual puede resumirse en una frase: Usted necesita los votos de la mayoría. Haga lo que sea necesario para conseguirlos. Punto.

A eso se han dedicado con esmero y con fruición y, porque no decirlo, con pericia.

Néstor siempre supo que los hombres, o los políticos mejor dicho, tienen un precio, que en general se puede pactar en billetes. Así que su primera vocación fue hacerse de toda caja que podía rondar por la Argentina. Era imprescindible para comprar voluntades. Luego, la pátina simbólica la darían Carta Abierta, los artistas populares y el Futbol para Todos.

En los primeros tiempos, por lo ya citado, y porque la gente se comió que había que sacrificarse luego de lo que nos hicieron esos turros de los 90s, no le costó mucho juntar plata.

Se apropió de las retenciones y practicó un férreo unitarismo fiscal para disciplinar a sus ex colegas gobernadores, pegando una vuelta de campana sobre sus discursos noventistas sobre la coparticipación (por algo lo llamaban Lupin). Para todas las obras de todo el país la guita salía de Buenos Aires.

Así, ganó caminando en las legislativas del 2005. Transformar el Congreso en una escribanía era el paso siguiente. Hay que tapar el robo con leyes que lo permitan.

Mientras tanto, el proyecto seguía sumando cada vez más amigos, había que poner un plato más en la mesa. Las Madres se recibieron de constructoras y de profesoras universitarias mientras no dejaron de usar la aspiradora, en este caso, de fondos. A cambio, le dieron a Néstor el sable de San Martín, las pilchas de Belgrano, el coraje de Moreno (Mariano, no el vulgar lugarteniente Guillermo) sólo por descolgar un cuadro.

Hasta acá venía sin despeinarse.

Pero claro, pasados los primeros temores y ya sintiendo que iba a renovar el alquiler en Olivos por unos cuantos años más, la codicia le ganó al miedo y alguien le sopló al oído que no está tan bueno eso de vivir con lo nuestro si también se puede disfrutar de la de ellos, técnicamente, del ahorro del mundo. Podíamos volver a endeudarnos, claro que a cambio de renegociar la deuda en default, y allá fue.

Y entró más guita, y se acercaron más amigos. Tenía que hacer dos cosas: tenerlos contentos y que nadie le escupa el asado. Para  lo segundo, le llenó la cara de billetes al FMI que se los reclamaba al 4% en cómodas cuotas pagados con los billetes más urgentes y al 14% que le prestó el luego Pajarito Caribeño.

Y ya no alcanzaba la primera fila de la Rosada para aplaudir: piqueteros, Madres, Abuelas, artistas de variedades, industriales prebendarios, sindicalistas, pejotistas, radicales K, socialistas K, comunistas K, periodistas K. La sartén por el mango, y el mango también.

Acá se dieron cuenta de que el Relato paga. Casi todos los libros de historia nos cuentan la historia de ladrones pero los llaman héroes o próceres. El truco es transformar al damnificado en alguien merecedor de todos los males.

En la primera etapa K los ogros fueron los genocidas de los 70s (estamos en los 2000s y son unos viejos desdentados) y el siempre apto FMI.

Hasta acá la caja daba para hacer lo que todo político que quiera gobernar tiene que hacer: concentrar los beneficios y dispersar los costos. No costaba mucho mantener a los industriales contentos con subsidios y barreras a la importación; a la clase media urbana con subsidios a la energía y al transporte y a los pobres con dinero –muy poco- para que no trabajen.

A todo eso se le llamó –a todo hay que ponerle un nombre rimbombante- Modelo Nacional Productivo de Matriz Diversificada con Inclusión Social. La pucha! Quién se atreve a preguntar qué es eso?

Pero los K no son malos, o si, pero antes que nada son pícaros. Todo esto descansa en la falaz premisa de que hay pobres porque hay ricos. Lo que uno no tiene es porque otro se lo quitó.

Entonces se crearon una imagen de que a pesar de que disponían de más poder y dinero que nadie en la Argentina eran en realidad unos héroes románticos que dejando la vida por su pueblo luchaban contra los Poderes Fácticos Permanentes, a quién nunca identificaron ni van a identificar, por esa cosa que les enseñó Laclau del significante vacío, que a su vez le birló al psicoanálisis lacaniano.

Y el cuento cierra redondo: Necesitas los votos, los conseguís dándole a la gente algo por lo que no trabajó, conseguís a quien sacárselo, lo transformás en enemigo público para que se lo merezca  y todo lo decorás con una puesta en escena envidia de Hollywood.

Todo esto no es posible sin una sociedad tan indigna como los gobernantes. Una sociedad que se da cuenta del cuento, pero cree que se merece todo lo que le dan porque ya le robaron bastante y que igual son todos chorros y mejor agarrar y callarse la boca.

Así que la seguidilla de saqueos tenía la mesa servida. Primero las AFJPs. A sólo un mes de preguntarle a la gente qué sistema de ahorro para su jubilación prefería, hizo todo lo contrario a lo que el público eligió y se apropió de la caja. Luego los impuestos empezaron a subir por el ascensor –nos cobran impuestos expropiatorios para devolvernos una parte en subsidios injustos-.

El gobierno de Néstor experimenta una fatiga moral. Después de cuatro años en los que para sacarnos del infierno se permitieron arbitrariedades no propias de un país decente-entre ellas la destrucción de las estadísticas del INDEC-, se promete una etapa de institucionalidad y llegan Cristina, Cobos y Vos.

Ganan la elección y los ingenuos somos los que nos creímos que institucionalidad quería decir  dejar de lado las arbitrariedades y establecer un sistema de reglas de juego claras e iguales para todos.

Pero no, para esta gente la institucionalidad consiste en dar a la arbitrariedad un blindaje legislativo. Después de todo, en la verdadera democracia no importa la Ley sino lo que el pueblo quiere. Y qué quiere el pueblo?  Pues lo que dice el gobierno que el pueblo quiere. Otra vez el significante vacío.

Y llega la madre de todas las batallas de la era K. La de apropiarse la renta del sector más jugoso. La gente sale a la calle y el campo gana la batalla por las retenciones, y el gobierno empieza a ganar la guerra en la cultura.

Se llamó oligarcas –agrogarcas- a los tipos que sólo querían impedir que se quedaran con el fruto de su trabajo.  Así se instaló la idea de que todos los negocios tienen que pasar por el estado, que es quien conoce las necesidades de todos y sabe cómo repartir lo que cada uno produce.

La derrota económica muta en triunfo político. El freno agropecuario al expolio se interpreta como el poder de los poderes fácticos que hay que combatir. Encima a esos chetos en 4x4 se les ocurrió ocuparnos la calle.

Ahí nos hicieron gastar guita en Delía y en los sindicatos para mostrarles quién la tiene más grande. Ahora esos que no dan puntada sin hilo nos van a pedir una parte. Es hora de crear una fuerza de choque con los nuestros y financiarla con empleos públicos. Avisale  a Máximo que traiga unos amigos.

Trabas a las exportaciones agropecuarias y a las importaciones de bienes siguieron en la saga, con la excusa de proteger la mesa de los argentinos y la industria nacional.

El próximo turno para la apropiación lo tenía el banco central. Se modifica la carta orgánica y se cambia la obligación del banco de proteger el valor de la moneda por el de fomentar el empleo, que en criollo significa que el gobierno puede hacer uso y abuso de las reservas (que son el ahorro de los ciudadanos) y emitir todos los pesos que hagan falta para seguir comprando voluntades.

Como uno no puede comerse a la gallina y pedirle que ponga huevos, la producción y el empleo privado empiezan a caer.

Los opositores y la prensa que explican esta situación son perseguidos y calificados de antipatrias.

No es que se hicieron las cosas mal sino que el mundo se nos cayó encima.

Pero por supuesto que para el que piense que el gobierno tiene razón y  que uno no es más que un cipayo conspirador, ahí están a la vista, uno puede ir a verlos y admirarlos, olerlos, tocarlos y disfrutarlos, los logros de la docena K: autopistas por todo el país, modernos hospitales públicos, escuelas que despiertan la envidia de los países nórdicos por el nivel de educación de sus niños, obras hidroeléctricas, redes de distribución de energía, agua y cloacas, obras hídricas que transformaron a las inundaciones en cosa del pasado, etc.

Ah no?, que para el pan no alcanzó entonces nos gastamos todo en el circo de Tecnópolis, Futbol para Todos, 678, recitales de Copani y películas de Andrea del Boca?

Bueno. Gobernar es fijar prioridades y lo primero era recuperar Aerolíneas para La Cámpora e YPF para la ponerla a pedir los dólares que al gobierno no le prestan ni a tasas del 20%.

Es así. Cuando peor hacés las cosas más autoritario te tenés que poner.

Cuando las cosas se empiezan a poner duras con Moyano porque la inflación le come los bolsillos a los laburantes y con los del partido Obrero porque se la ven venir y piden que los tomen en la planta permanente del estado matan a Mariano Ferreyra y se muere Néstor.

Lo llaman a Grosman que le salió fenómeno lo de los fastos del bicentenario para que produzca el funeral. Y sale redondo. Por esa debilidad de los latinos para transformar a todos los muertos en buenos.

Nace el Nestornauta, La Cámpora compra y vende gorros, banderas y vinchas y Ella se transforma en la Madre de la Patria.

No importa lo que haya que gastar ni de dónde va a salir la plata. La patria está primero.

Llegan en pleno luto las elecciones de 2011. Ella elige a un muchacho simpático que descubrió el negocio de fabricar la guita y las bondades de comprar departamentos en Puerto Madero.

Por suerte la oposición está llena de socialistas de todos los partidos y les da culpa desnudar la mentira de la distribución del ingreso porque en el fondo piensan igual aunque no les gusta hundir las manos en el barro.

Lo de la sintonía fina es un recuerdo y empiezan a repartir dádivas para todos y todas. Viajamos al exterior con dólar a $ 5.- y pagados en cómodas cuotas.

Como tampoco la clase media es tonta, se la ve venir y compra cualquier cosa verde que le pongan enfrente.

Todos saben que la fiesta está por terminar y que afuera están esperando los del catering para cobrar, por eso nadie quiere ser el primero en salir.

Ganan la reelección con el 54% de los votos y se llevan de yapa la mayoría en ambas cámaras del congreso y el convencimiento de diputados y senadores de que hay que hacer lo Cristina quiere, que es la que sabe interpretar lo que quiere el pueblo.

Dos días después de las elecciones se dan cuenta que no tienen la máquina de imprimir dólares y ponen el Cepo. No sé si en ese momento mandaron a tallar la lápida para las inversiones.

Con el norte del país bajo el agua Cristina inaugura en la popular de Rosario el Vamos por Todo.

En este caso, la prioridad es arrasar a la prensa opositora y dominar al poder que falta. Nace Justicia Legítima con abogados militantes y carpetas de la SIDE de Stiuso para usar contra los rebeldes.

En el medio se promueve el matrimonio igualitario, que sirve como otro motivo para marcar la cancha entre nosotros y ellos.  Sólo por usar la palabra matrimonio.

Por si hacían falta más extravíos se firma un memorando con Irán para tratar de que ellos se autoacusen del atentado a la Amia. Ya no nos quedan más amigos que los más malos del barrio.

Mientras toda la historia oficial se reescribe en el manual de Paka-Paka el narcotráfico se apodera de las villas y de los lobbies.

No se crea más empleo privado hace rato.

Griesa les hace el favor de fallarles en contra en un juicio y el ingenuo anciano se transforma en el rey de los Buitres.

El significante vacío Buitre reemplaza en la vitrina peronista al mote de antipatria.

Muchos se dan cuenta del peligro que Cristina está empezando a ser. Massa se anima y le voltea la rerreelección (vieron lo mal que luce la palabra?).

Pasan dos o tres pavadas más como el traslado de la estatua de Colón pero ya se huele el fin de ciclo. Porque los extravíos son muy evidentes en las cadenas nacionales y porque las bodegas del Banco Central podrían usarse como hangares anexos del aeroparque por lo vacías.

Para colmo, el fiscal Nisman se muere justo un día antes de presentar sus pruebas al congreso sobre el ataque a la AMIA.

Pero como “es la economía, estúpido”, mientras la gente tenga papeles en los bolsillos y cuotas hasta para comprar la comida del canario, todo es cuestión de seguir sacándole a los ricos para repartirla entre nosotros. El problema aparece cuando nosotros empezamos a formar parte de los ricos y nos sacan la mitad del sueldo con el impuesto a las ganancias.

La oposición empieza a hacer cálculos a ver si le conviene ir dividida o juntarse. El gobierno empieza a hacer cálculos a ver si le conviene tragarse a Scioli o mide algún otro.

Mientras lo único que crece es el narcotráfico, las economías regionales desfallecen y nos pasamos todo el 2015 con más elecciones que partidos de fútbol.

Llegamos a las PASO con un empate técnico. Nada se definió de cara a la primera vuelta. Sólo que en el medio se produjeron en Tucumán las elecciones más viciadas de la era moderna.

Si el dólar está en el Cepo, Scioli está en el potro. Tironeado, para ver si junta los votos que le faltan para cumplir su sueño de ser presidente luego de dejar a la provincia más grande y rica del país en la miseria, entre sumar entre los independientes o entre los fanáticos que no son suficientes.

Decide hacerse más K que nunca y pierde.

Esa es la historia. Fin de la película. Todavía no entiendo por qué lloran.