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domingo, 19 de abril de 2020

De las Restricciones para Todos a las Soluciones para Cada Uno.


Autogobierno para salir de la cuarentena.


Una buena parte de los países está metida en cuarentenas para evitar el contagio del coronavirus. Un laberinto del cual es dificultoso salir, sobre todo si no se pensó en cómo se iba a salir antes de haber entrado.

Una breve reseña al respecto. Nos enteramos de la existencia del coronavirus por el contagio en Wuhan, con una alta y repentina demanda en el hospital, con enfermos que llegaban con complicaciones respiratorias. Un oftalmólogo, que luego murió, avisó de la situación a sus colegas y fue rápidamente silenciado. Cuando ya no pudo ocultarse la epidemia el gobierno chino ordenó aislar a Wuhan y declarar la cuarentena. Para enero de 2020 el virus ya había llegado a Europa.  A partir de marzo la noticia que recorrió el mundo acompañada de imágenes escalofriantes fue la del desborde del sistema sanitario del norte de Italia, con problemas similares en Madrid y en Nueva York.

Para entonces ya se había determinado que la pandemia había sido desatada por un virus nuevo (Sars Cov-2), perteneciente a la familia de coronavirus, que probablemente infectó a humanos que consumieron animales sacrificados al momento de su consumo en el mercado “húmedo” de Wuhan. Aún se desconoce el mecanismo de transmisión entre las especies y los humanos.

El conocimiento aún no refutado es que se trata de un virus nuevo para la especie humana, contra el cual no tiene defensas, cuya tasa de contagio es de aproximadamente el doble que la de la gripe, que demora entre diez y quince días en producir síntomas,  y  que durante este periodo se producen los contagios. La mortalidad causada por la enfermedad es de entre 1.4 % y 3.4% de los enfermos confirmados, aunque se sospecha que más de la mitad de los infectados cursa formas subclínicas sin enterarse del contagio, y la mortalidad puede ser más alta entre los mayores de 65 años y enfermos vasculares. La realidad es que a la fecha aún no puede establecerse con certeza este indicador. El contagio se produce cuando el virus se introduce al organismo a través de las mucosas de la boca, nariz u ojos, lo que puede ocurrir cuando un individuo toca alguna superficie contaminada o ingresa por sus mucosas cuando otro individuo portador tose o estornuda o aerosoliza gotas de saliva al hablar. La enfermedad provoca diversos síntomas entre los que se destaca la tos seca, la fiebre y el dolor muscular con o sin decaimiento. Estos síntomas se corresponden con muchas otras patologías, de modo que ninguno de ellos permite establecer un diagnóstico diferencial.

El virus es de un considerable tamaño y no se desplaza por el aire sino es por los mecanismos antedichos. Muere si está expuesto a una solución de alcohol y agua, o de agua y jabón, o de agua y lavandina común. Por ello, la recomendación para evitar el contagio se basa en establecer barreras mediante el distanciamiento entre las personas  (alrededor de dos metros), el lavado correcto y frecuente de manos, el evitar llevar las manos al rostro y la higiene frecuente de superficies con los elementos antedichos.

Otras cosas permanecen en el terreno hipotético. Aún no se conoce con exactitud cómo evoluciona la enfermedad ni hay tratamiento más allá del sintomático.

Tampoco hay vacuna contra el coronavirus. Se desconoce la susceptibilidad al contagio en cuanto a la cantidad de virus necesaria para contagiar. Las personas mayores de 65 años o con enfermedades vasculares parecen ser las más susceptibles a desarrollar la enfermedad pero esto no está claramente establecido. Las personas contagiadas que no enfermaron o enfermaron y se recuperaron generan defensas y no vuelven a contagiarse, aunque existen algunos reportes que sostienen lo contrario.
Esta información ya era conocida en China en diciembre de 2019, y por parte de la comunidad científica. Recién entre la tercera y la cuarta semana de febrero de 2020 la OMS realiza sus recomendaciones entre las que se halla el “distanciamiento social” https://www.who.int/es/news-room/detail/08-04-2020-who-timeline---covid-19.

Las primera defensa contra el coronavirus fue impedir el ingreso del virus a cada país. Todos los países tomaron tarde esta medida. Italia cerró sus fronteras el 9 de marzo y Estados Unidos cerró sus aeropuertos a los aviones que provenían de Europa el 11 de marzo. Hoy sabemos que desde febrero el virus circulaba en Europa y en Estados Unidos y probablemente también en Sudamérica.

En ese momento se trató al virus como un polizón, un extranjero que ingresaba oculto y de forma ilegal dentro de los aviones. Técnicamente le llamaron "Fase de Contención", como si se tratara de construir un muro ante una inundación o de tapiar las ventanas frente a un huracán.

Es importante prestar atención a los términos que se utilizan para definir las estrategias, ya que denotan los modelos mentales que sirven de herramientas para la toma de decisiones.

Como ha sido dicho, esta medida se tomó tarde. No obstante muchos gobiernos y medios de comunicación aún decían en sus informes que los casos detectados se trataban de "casos importados"; de nuevo, prestemos atención al término, en este caso tomado prestado al lenguaje de la economía. De allí que casi surja naturalmente en nuestra cabeza la asociación: Enfermedad- Muerte- Importado- Globalización- Virus Chino. ¿Les suena?

Para dar la sensación de que se mantenía todo bajo control dijeron que esta era la primera fase, y que si la contención tenía éxito ya no deberíamos preocuparnos porque el coronavirus anduviera por nuestros países. ¿En qué consistía esta estrategia? En cerrar la frontera al ingreso de extranjeros, repatriar a todos los locales e inmediatamente enviar a un periodo de aislamiento (cuarentena) de quince días a todos los que hubieran viajado al exterior. Como se presume que la enfermedad se desarrolla en quince días, si estas personas no tenían contacto con otras, el virus quedaría extinguido. 

A pesar de lo absurdo de esta estrategia no se oían voces que la cuestionaran, que las hubo, pero el volumen de la opinión única fue ensordecedor. ¿Por qué es absurda? Porque implica cerrar las fronteras entre todos los países del planeta hasta que se pudiera comprobar que ninguno de los 7700 millones de habitantes era portador del coronavirus. Tal vez una estrategia que hubiera resultado útil en la Edad Media, cuando había que recorrer a pie o en barco largas distancias para acceder a otros poblados. De nuevo, utilizamos la herramienta equivocada de la caja de nuestros modelos mentales.
Este fue el primer contagio en masa, no del virus, sino del manejo de la situación y de la comunicación del problema. La mayoría de los países tomó estas medidas sin prestar atención a sus situaciones particulares. Es más fácil equivocarse en manada que tener razón en soledad.

Superada la etapa de contención, llega la "fase de Mitigación", que consiste en comprar tiempo, para preparar al sistema de salud para atender enfermos en masa. Vale recordar que ni siquiera los países con sistemas de salud avanzados tienen los recursos suficientes para atender enfermos en masa, porque no es así como se enferman las sociedades modernas, donde todo parece previsible.

La fase de mitigación es más dura y no tiene límites temporales aunque sí una táctica dominante: poner a todo el mundo en cuarentena por el tiempo necesario para ralentizar los contagios de manera que el sistema de salud esté en condiciones de atender a los enfermos.

El lenguaje se torna bélico, hay una "guerra" contra el coronavirus. ¿Qué hay que hacer en una guerra? Antes que nada, obedecer. Y esta guerra, como se pelea contra un enemigo contra el que no tenemos más armas que nuestro propio sistema inmunológico, se libra en el campo de batalla de la comunicación - ver Imagine https://elpeldanio.blogspot.com/2020/04/imagine.html -.

Para obligar a la población a permanecer aislada en sus casas se apela a crear pánico: todos los días y a toda hora se muestran en los medios masivos los nuevos infectados y los muertos, acompañados de imágenes y música preparada para tal fin. Se apela a epidemiólogos e infectólogos para justificar la decisión ya tomada (cualquier médico sabe que si se dejara tomar a los infectólogos la decisión de qué cirugías realizar en un hospital la mitad no se realizarían por el riesgo de infecciones intrahospitalarias). Los gobernantes son transformados en héroes de Hollywood, reporteados las 24 hs del día. Se ridiculiza a los disidentes y se trata de negacionista a cualquiera que se atreva a cuestionar las medidas draconianas. Se pone de ejemplo de éxito en el control de la epidemia a países regidos por dictadores o a aquellos capaces de monitorear cada movimiento de sus habitantes.


Salvar vidas a cualquier costo es el objetivo. Falaz, como siempre.

Todas las acciones humanas conllevan costos. Los políticos intentan apropiarse de los beneficios de sus decisiones y transferir los costos a los demás.

Casi siempre funciona de la misma manera. Los diversos objetivos de la sociedad se subordinan al del gobernante, que suele ser uno solo: mantenerse en el poder por el mayor tiempo posible. Y la táctica para conseguirlo es imponer un objetivo a la sociedad, lo que es más fácil de lograr cuando sabe interpretar su humor, así se ganan elecciones.

Si la sociedad quiere terminar con la corrupción, bien vale manipular al sistema de justicia; si quiere "combatir a la pobreza" bien vale expoliar a impuestos a los "ricos" y endeudar a las próximas generaciones; si hay que derrotar a un virus, bien vale arruinar a la economía.

La pandemia de Covid-19 ha descompuesto al delicado mecanismo de relojería que es el sistema económico mundial, que no se trata del juego de unos pocos súper ricos, sino de los miles de millones diarios de intercambios de valor entre todos los individuos del planeta, que interactúan para satisfacer sus necesidades. Quien dude de esto, no deje de leer "Yo, el Lápiz" de Leonard Read.

Los estados, en su necesidad de comprar tiempo, apelaron a la única herramienta que tienen en su caja, el martillo. Uno puede detener un reloj a martillazos, pero difícilmente logre repararlo con esa herramienta.

Poco a poco, el humor social va dejando el pánico al virus para pasar a temerle al hambre. Todos nos damos cuenta que la cuarentena va minando nuestras reservas materiales y emocionales también. Como siempre, algunos tienen más recursos y pueden soportar más tiempo las restricciones y les va a costar menos la recuperación que a otros, pero el daño es mayúsculo y lo veremos dentro de poco tiempo. La información económica es árida y no es tan inmediata como el contar infectados y muertos.

Ya todas las sociedades están comenzando a preguntarse por los costos del aislamiento. Hábiles para oler este humor, los medios comienzan a publicar en sus columnas y editoriales notas sobre este tópico y se instalan tendencias en las redes sociales, aún en las entrelíneas y en notas dedicadas al público formado, esperando el momento para saltar a la masividad.

Para los políticos esta etapa es la más difícil. Es necesario un verdadero liderazgo para tomar decisiones aunque que molesten a la opinión pública. Todos admiran a Churchill en público pero en privado recuerdan que perdió las elecciones luego de haber ganado la guerra.

No vienen tiempos de generales que no miden costos si se trata de ganar, ni de cirujanos que tengan el coraje para amputar miembros engangrenados; vienen tiempos de pacientes arquitectos y de confiados líderes que permitan que sus sociedades se vayan reconstruyendo como se han ido construyendo por siglos cuando han tenido libertad para hacerlo.

Es hora de dejar de lado el martillo. No se recuperará la economía con controles de precios ni expansión monetaria, ni con funcionarios definiendo cada día quién puede salir a trabajar y quién no según su limitado criterio de lo que es una "actividad esencial".

No estoy diciendo con esto que el peligro de la Covid-19 no siga presente (ver Los Números del Miedo https://elpeldanio.blogspot.com/2020/04/los-numeros-del-miedo.html)  sino que hay que comenzar a utilizar herramientas conceptuales que incorporen los costos de las decisiones.

El camino será largo. Se trata de correr una maratón y no una carrera de 100 metros. Y una maratón no se compone de 420 carreras de 100 metros. Así que no se trata de estar en la carrera por la imagen pública todos los días, aunque ese sea el negocio de los encuestadores, sino de llegar al final de un mandato entregándole a un sucesor un país mejor que el que se recibió.

Para la sociedad no tiene ningún sentido comparar quién tiene más muertos por coronavirus minuto a minuto; en cambio sí tiene sentido preguntarse cómo va a vivir el tiempo que dure la pandemia. 

Sabemos que la enfermedad se superará cuando todos hayamos adquirido inmunidad, y eso se logra por contagio o por vacunación, que no será inmediata. Debemos decidir quién debe salir a trabajar y a quién le conviene continuar aislado, en qué lugares se corre menos riesgo de contagiarse, cuáles son los cuidados que hay que tener, de qué manera se puede trabajar de forma más segura, etc. Todas cosas que estamos aprendiendo con el correr de los días.

Cuanto más se descentralicen las decisiones más eficaces serán, pues podrán mirar lo que cada árbol del bosque necesita para vivir. Debemos recuperar el control de nuestras propias vidas, responsabilizándonos de nuestros actos y reconociendo que vivimos en un mundo incierto.

Cuanto antes lo asumamos, antes nos recuperaremos del desastre.
 


sábado, 18 de abril de 2020

Los números del miedo


Estamos en cuarentena por miedo a la catástrofe sanitaria, que puede darse si no hay camas suficientes para atender a los que lo necesiten (nadie quiere ver las fotos de Italia en su país). Por eso, las medidas que se toman dependen de la capacidad de atender enfermos.
La cuarentena impuesta por el gobierno está motivada por la restricción de camas de alta complejidad que impone el sistema de salud.

Decimos de alta complejidad porque los pacientes no críticos pueden recuperarse de la Covid-19 en sus domicilios, si estos cuentan con una infraestructura adecuada.

Vale recordar que los primeros quince días de cuarentena se dictaminaron bajo el supuesto de estar en una fase de Contención, es decir, que pretendía evitar la circulación del virus en el país, ya que todos los casos eran “importados” y no había contagios locales. Si los casos importados finalizaban su periodo de enfermedad sin contagiar a alguien más no habría posibilidad de contagios en el país.

En este momento estamos en una nueva etapa, llamada fase de Mitigación pues desde el 3/3/20 sabemos de al menos un caso de contagio en la comunidad. Y a la fecha hay 2669 casos confirmados por testeo.

Con estos antecedentes se plantea el siguiente ejercicio para tratar de establecer el momento en el que los contagios hagan saturar el sistema de camas disponibles.

Para hacerlo contamos con algunos datos y varios supuestos. Según se establezcan estos supuestos variará el momento en el que el sistema se satura.

Recordemos que al no haber tratamiento para curar la covid-19 ni vacuna disponible contra el virus, la cadena de contagios se detendrá cuando no haya personas susceptibles al contagio que entren en contacto con el virus.

El trabajo se propone para el área de la ciudad de Buenos Aires y alrededores.

Datos:
Habitantes Amba (Área Metropolitana de Buenos Aires) estimado: 13.000.000 (12.800.000 hab. Según censo 2010).
Camas disponibles UTI:  4250 (Hay declaradas 8500, pero el 50% se ocupa para otras patologías). No son las mismas que Asistencia Respiratoria Mecánica (ARM), pero supongamos que las adaptan.
Camas no hospitalarias 18.000. Tecnópolis, etc.

Hipótesis:
Supuesto 1: un 2% de habitantes pueden requerir UTI. Total 260.000
Supuesto 2: cada paciente requiere 15 días de uti, si es así, necesitaríamos 61 ciclos de giro cama para atender a todos. Eso es 30.5 meses. 2 y ½ años hasta que todos quedemos inmunes (o muertos, si hace falta aclarar). Y eso pensando en un régimen de “cama caliente” donde se ocupa inmediatamente cada cama que se libera, lo que será muy difícil que ocurra.
Supuesto 3: En Excel adjunto se presenta un modelo basado en un R0 de 1.8, es decir, que cada contagiado contagia a 1.8 personas. Y de modo constante.  Para hacer el cálculo de cuántos ciclos de contagio hacen falta para que se saturen las 4250 camas disponibles.
¿Por qué 1.8? Porque es la tasa a la que vienen creciendo los contagios. Ver: https://www.lavoz.com.ar/interactivo/coronavirus-mapa-interactivo-y-evolucion-de-casos-en-argentina-y-cordoba
Supuesto 4: Cada ciclo de contagios sea de 9 días, que aproximadamente es el tiempo que cada contagiado demora en tener una carga viral suficiente para contagiar, tenga o no síntomas.
Con estos supuestos el cálculo da entre 19 y 20 ciclos, es decir, 6 meses.
A la fecha que escribimos esto hay 2669 casos confirmados. Puede tratarse de un número cercano a la realidad ya que se testean los casos que llegan a los centros sanitarios. (Los definidos como sospechosos). Con estos datos podemos deducir que estamos ente los ciclos 12 y 13. De continuar esta progresión de contagios la saturación de camas llegará entre el ciclo 19 y el 20, eso es dentro 2 meses, aproximadamente.

Esta hoja de cálculo de Excel https://1drv.ms/x/s!ArCrIUJK7Bs8zxPLyAZzofcqQgZI?e=OcK7Iz permite realizar el ejercicio variando los supuestos para ajustar el resultado. Por ejemplo variando el R0 por ciclo para saber qué R0/ciclo necesitamos para que nunca se saturen las camas disponibles, y poder pensar medidas que permitan conseguirlos.  Acá hay una simulación que permite analizar el impacto de varias medidas: https://www.youtube.com/watch?time_continue=92&v=gxAaO2rsdIs&feature=emb_logo

Este es el problema que tenemos ante nuestros ojos y nos tiene dentro de nuestros domicilios.
Pero ¿es tratar de postergar el contagio lo único que orienta nuestras vidas?

Probablemente para algunos sí y para otros no. Veamos:

Según datos del Banco Mundial, el PIB de la Argentina es de USD 450.000 millones. Si suponemos que cada día de cuarentena le cuesta al país un 50% de su productividad, cada día de la cuarentena le cuesta al país unos USD 616 millones. En 30 días de cuarentena se habrán perdido USD 18.500 millones, equivalentes a  4% del PIB. Eso considerando sólo el flujo. ¿Cómo calcular la pérdida de riqueza por los días que los comerciantes no pudieron abrir sus negocios, las pymes (responsables de más del  75% de los empleos) sin producir y debiendo pagar salarios e impuestos?¿Cuántos cartoneros no pudieron vender su cartón? Para hacer una simple comparación, al 9/4/20 Estados Unidos había perdido  17 millones de empleos y habían muerto 14.808 personas con Covid-19 . A razón de 1.148 empleos por muerto. ¿Cuántas muertes por otras causas provoca la pérdida de empleo o la pobreza?

En la Argentina había un 35.5% de pobres a fines de 2019 ¿cuántos más habrá hoy?

No hay fotos de empresas cerrando ni de muertos apilados por pérdidas de empleo.

Lo esencial es invisible a los ojos.

17 de abril de 2020.

miércoles, 8 de abril de 2020

Imagine


“Imagine all the people, living for today” John Lennon

La paz solía ser ese periodo que hay entre dos guerras. Desde que la agricultura posibilitó la construcción de sociedades la humanidad han vivido en guerra casi en forma permanente. La escasez de recursos para sobrevivir impulsó a los grupos humanos a obtenerlos por cualquier medio, y la violencia fue acaso el más elegido.
Cada una de las guerras ha ido perfeccionando los sistemas de ataque y defensa. Desde las primeras armas rudimentarias hasta los sofisticados escudos de misiles.
Paradójicamente, la última guerra de la humanidad se resolvió sin disparar un solo tiro. Fue la Guerra Fría. La Unión Soviética sucumbió bajo la presión que el altísimo gasto militar le demandaba a su improductiva economía. Perdió la guerra por sus ideas.
Aún se ven conflictos armados en algunos lugares pero son de pequeña escala y responden más a la excepción que a la regla.
Francis Fukuyama llamó “el fin de la historia” a este fenómeno. Aún se lo sigue criticando por esto. ¿Estaba equivocado en sostener que el capitalismo –genéricamente hablando- había demostrado ser el sistema que mayor bienestar económico ha dado a la humanidad? Seguramente no, pero acaso no pensó que no sólo el bienestar económico es lo que la humanidad persigue.
El capitalismo ha derrotado al hambre y a la escasez, pero no a la envidia y al ansia de poder ni a la codicia desmedida. Está lejos de ser un sistema de vida cuyos valores principales de igualdad ante la ley y la libertad individual sea aceptado por todos. El capitalismo tiene sus enemigos entre los integristas y fundamentalistas, sean estos religiosos, étnicos o conservacionistas del medio ambiente.
Así que la historia no ha terminado, tampoco los conflictos. Y la guerra se realiza por otros medios.
Ya no es posible mantener costosos ejércitos sin dañar seriamente la calidad de vida de las personas, que se han acostumbrado a los altos estándares alcanzados. Entonces, en lugar de grandes conflagraciones los ataques mutaron en acciones terroristas. Pero cada ataque provoca su resiliencia. Los ataques terroristas son trazables, los explosivos tienen precursores y se puede llegar hasta quienes planificaron los ataques. Ante esta reacción alguien pensó que se puede utilizar como un arma, inclusive una muy destructiva, algo que no lo es, por ejemplo un avión. El daño que provoca un arma no diseñada para ese fin es mayor al daño material que produce, junto con este produce una sensación de inseguridad que perdura más tiempo que la explosión y obliga a tomar medidas de defensa muy molestas para la vida cotidiana, porque se torna más difícil identificar al enemigo, cualquier extraño puede serlo. Es el principio del fin de la igualdad ante la ley y la libertad capitalista.
Ahora imaginemos, sólo imaginemos, que alguien fue un poco más allá y decidió utilizar la propia fortaleza de su enemigo para atacarlo: ¿es fuerte económicamente?, destruyamos su economía, ¿es fuerte la cohesión social?, hagamos que se sospeche hasta de la propia familia, ¿confía en sus instituciones?, convirtamos a sus gobiernos en autoritarios, ¿son extendidas y libres sus comunicaciones?, corramos falsos rumores en todas las direcciones, ¿llevan una vida cómoda y previsible? Hagámosles sentir que la muerte está golpeando a su puerta.


¿Cómo hacer semejante cosa? Pues haciendo circular la noticia de que una nueva y contagiosa enfermedad puede provocar muertes masivas y de tan rápida propagación que colapsarían todos los sistemas de salud del mundo, que la única manera de salvarse es dejando de hacer lo que hacía cada uno cada día para esconderse en su casa, que los gobiernos se vean obligados a cerrar fronteras y aeropuertos, empezando por países y terminando en vecindarios, que cualquiera resulte tan sospechoso que deba ser monitoreado cada movimiento que realiza y, allí donde esto no pueda hacerse, sea la policía quien lo detenga, que el gobernante sea el que decide quién puede trabajar y quién no, que aumente los impuestos y deprecie su moneda e intervenga en la actividad económica de cada persona para que nadie más sienta que es dueño de su destino. Y que los daños provocados por todo esto sean duraderos, tanto que la vida ya no sea la misma para todos los que logren sobrevivir a un resfrío más.

Pero esto, ya sabemos, es imposible. Sólo puede ser el producto de dejar volar la imaginación.
Imaginemos, como soñó Lennon, que sólo vivimos el día a día.
Y su sueño se hizo realidad.