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viernes, 3 de abril de 2020

¿Por qué no intentar soluciones de mercado para responder a la pandemia?


Para aquellos que no lo tengan claro, el mercado es el ámbito de intercambio de bienes y servicios voluntarios donde las personas descubren, por medio del sistema de precios, qué cosas necesitan en forma más urgente los demás e intentan satisfacerlas del modo más eficiente.
Los que tienen éxito habrán hecho una gran contribución a aquellos que necesitaban satisfacer sus necesidades del modo más económico posible y reciben a cambio los bienes y servicios que ellos mismos demandan.
¿Qué sucede durante una pandemia? Si es lo suficientemente peligrosa sucede que cambia súbitamente nuestro orden de prioridades. Los bienes y servicios que son demandados con más urgencia son los que preservan nuestra vida.
¿Por qué razón no podría el mercado, tan eficiente para producir y distribuir lo que sea que la gente necesite, satisfacer las nuevas demandas del modo más eficaz?
Es claro que durante una pandemia como sucede durante una catástrofe, la demanda de servicios de salud supera a la oferta disponible en forma súbita. ¿Por qué razón se piensa que el mercado no puede reaccionar con la mayor rapidez posible para satisfacerla? En verdad, no es que no se piense esto, sino que el problema es que quienes puedan acceder a los servicios necesarios en primer lugar serían los que pudieran pagar por ellos, quienes tal vez no tengan un riesgo de vida tan apremiante. Por cierto, esta no sería la situación ideal. Habrá que buscar alternativas.
La primera es dejar funcionar al mercado, esperar que los oferentes desarrollen todo su potencial para atender la nueva necesidad para producir y distribuir lo necesario para todos, lo más rápido posible.
La segunda sería estimular la oferta de bienes monopolizando la compra y la distribución de ellos. ¿Quién sería capaz de monopolizar la compra y la distribución de semejante cantidad de bienes? Obviamente, el estado, quien es el que monopoliza la emisión de dinero puede ser quien compre todo lo necesario, pero necesitará de la red de distribución privada para distribuir. El punto es quién determinará el orden de prioridad y con qué criterios. Siempre esto lo hará un burócrata no entrenado, con criterios poco transparentes.
Por supuesto que en países con gobiernos totalitarios donde los mercados libres no existen están mejor preparadas las maquinarias burocráticas para producir-distribuir-asignar los recursos; nunca sabremos si son justos, en el sentido que tenemos de justicia en occidente, los criterios de asignación.
Descartamos por disparatada una tercera opción que sería que el estado se apropie, aunque más no sea temporariamente, de todos los medios de producción y distribución de los bienes que tan urgentemente se necesitan. El resultado sería potenciar los efectos de la catástrofe.
No es de extrañar que ante un peligro nuevo hayamos apelado a soluciones conocidas. Tomamos la pandemia como una guerra, siendo que son obvias y enormes las diferencias. En una guerra los enemigos se identifican, se puede pensar en una estrategia para combatirlos y, sobre todo, los recursos económicos se disponen prioritariamenta para la causa de la defensa.
En la pandemia el enemigo no se ve y una de las formas de enfrentarlo es frenar una gran parte de la economía, lo que en la práctica resulta en anular gran parte de los anticuerpos necesarios para combatirla, posibilitando la aparición de otras catástrofes tan o más deletéreas que la pandemia, empezando por el hambre.
Están a la vista de todo el mundo los errores que cometen a diario las autoridades políticas de todo pelaje para enfrentar la pandemia. Ningún ser humano sería capaz de no cometer errores dada la complejidad de las acciones que se requieren para enfrentar una situación catastrófica en la escala que la pandemia presenta. En consecuencia, no parece la decisión más inteligente centralizar las decisiones porque se centraliza la ignorancia.
Parece más aceptable que se realicen múltiples ensayos para probar soluciones que lleguen en los tiempos y las formas que cada segmento de la sociedad considere más apropiadas para satisfacer lo mejor posible su necesidad. Eso existe. Se llama mercado.

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