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martes, 3 de abril de 2018

¿Cuánto debe ganar un político?


La Argentina es la tierra de los Cisnes Negros. Nunca se puede estar tranquilo porque a la vuelta de la esquina siempre aparece la enigmática ave.
A raíz de la enésima discusión tuitera entre entre el alberdiano, héroe de la red, Pablo Abdón Torres (@AlberdianoArg) y el, ahora, diputado Fernando Iglesias (@FerIglesias) por el canje de pasajes por dinero que hacen los diputados de la nación –y también de las provincias, por suerte, que yo sepa, hasta el momento en que escribo esto los concejales no lo hacen- vuelve a ponerse en consideración el tema de la remuneración de los diputados, y en general, de los políticos que ocupan cargos públicos.
Casi en forma unánime, la defensa de los parlamentarios se basa en el argumento de que es lo que “necesitan” para ejercer dignamente su función, o que es lo que necesitan para vivir, llegando al caso de algunos que contraatacaron diciendo que lo que reciben del erario público es muy poco si se lo compara con lo que podrían ganar en la actividad privada, cosa que no hacen desde hace mucho tiempo porque la patria siempre les anda demandando sus servicios.
El tema nos devuelve, una vez más, al problema de cómo debe remunerarse el trabajo de cada uno o cuál es el principio que rige la asignación de ese precio. Y la teoría del valor enunciada, y aún no refutada, por Eugene von Bohm Bawerk acude en nuestra ayuda.
El trabajo de cada uno es un precio más dentro de la economía, y como tal, puede establecerse de dos maneras: mediante un acuerdo libre y voluntario o de manera coercitiva.
En el primero de los casos, el salario se establece en relación al valor del bien final que se entrega. ¿Quién establece el valor? Como siempre, el consumidor, al que en un esfuerzo de síntesis llamamos mercado.
También hay mecanismos coercitivos para fijar el precio del salario. Esa es la función de los sindicatos. Cuando los sindicatos presionan por niveles salariales superiores a los que los consumidores –que son los empleadores – valoran, el ajuste se hace reduciendo la cantidad de contrataciones o reemplazando a los trabajadores por máquinas.
¿En qué tipo de modalidad podemos ubicar el trabajo de los funcionarios políticos?
Evidentemente no contratamos sus servicios en forma libre y voluntaria. Tampoco podemos ajustar la cantidad de funcionarios que queremos en función de un salario establecido en forma compulsiva. Y todavía no se dejan reemplazar por máquinas.
¿Qué otra cosa pagamos en forma compulsiva sin el compromiso de recibir nada a cambio? Los impuestos.
Los salarios de los políticos son impuestos.
Nos los cobran porque pueden y los pagamos porque no nos conviene dejar de hacerlo.

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