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viernes, 17 de marzo de 2017

Los Manteros



Por estos días la ciudad de Buenos Aires se ha convertido en un infierno.
Por causas que se desconocen puesto que ninguna autoridad ha salido a explicar, al gobierno se le ocurrió desalojar a los comerciantes informales del Once.
Por la torpeza mostrada luego de la reacción de este grupo no parece que nadie haya pensado en las consecuencias de tal acción. Pensar que sí lo hicieron nos llevaría a escribir un tratado sobre la perversidad.
¿Acaso el gobierno esperaba que los manteros se retiraran ordenadamente?
¿Acaso desconocían los mecanismos que permiten que estos grupos se desplieguen por la ciudad y mantengan una actividad cotidiana sin conflictos entre ellos?
Si es difícil explicar la razón por las que el gobierno ha acometido estas acciones tal vez no lo sea tanto entender la estrategia utilizada para resolver el conflicto.
Para indignación de buena parte de la sociedad la propuesta es la de ofrecer un lugar adecuado para ejercer la venta de sus artículos (previo censo de los ocupantes que con mucha lógica muchos de ellos rechazaron). Mientras se prepara el lugar, se ofrece a los rebeldes un pago de cerca de $ 11.700 mensuales (casi un 40% más que el salario mínimo vital y móvil) y un curso de capacitación sobre emprendedorismo, del cual hoy se desconoce cuál de las dos partes sería la que enseñe a la otra. Esta oferta fue rechazada por buena parte de los manteros.
Para calmar las reacciones de los sufridos contribuyentes se dice que esos subsidios serán abonados por la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa). Nadie sabe cómo una cámara empresaria sin actividad comercial hará para recaudar los fondos para hacer frente a los pagos.
Todavía no se han publicado encuestas acerca de lo que la sociedad piensa que van a hacer los informales una vez que se interrumpan estos pagos.
El periodista Willy Kohan suele repetir sobre las mesas de negociación “si no estás en la mesa estás en el menú”. Generalmente, estas negociaciones dejan afuera partes interesadas desarticuladas como para funcionar como grupos de presión, en este caso, comerciantes formales y vecinos del barrio cuyas veredas son ocupadas por los informales pauperizando su vida cotidiana y el valor de sus propiedades.
El peruano Hernando de Soto con la colaboración de su compatriota Enrique Ghersi han descripto este y otros fenómenos de economía informal magistralmente en su libro “El Otro Sendero”(1987). En oposición a los argumentos corrientemente utilizados, los autores fundamentan que la informalidad aparece cuando las personas no tienen acceso a los servicios del estado, especialmente los referidos a los registros de propiedad, lo que es causado por los privilegios otorgados a otros grupos de presión que actúan en connivencia con los políticos. La falta de acceso a estos servicios se traduce en la manipulación de los necesitados por las mafias entre las que están presentes funcionarios políticos y policiales.
Como vemos, el fenómeno de estos días en Buenos Aires no es nada nuevo. Tampoco lo es la respuesta al conflicto ofrecida por el gobierno. En efecto, el poder político actúa al margen de la ley, pues siempre le es más redituable tener el poder de otorgar privilegios que ser esclavo de las normas.
En este caso, además,  opera la lógica fiscal: es preferible extraer aún más dinero de los contribuyentes para resolver momentáneamente el conflicto que bajar la presión impositiva como para que los comerciantes formales puedan emplear personal sin riesgo para sus empresas y los independientes puedan realizar una actividad dentro del marco de la ley.
Lejos están los poderes del gobierno de cumplir con la Constitución Nacional, ni siquiera con el más básico principio de igualdad ante la ley.
El director de cine Juan José Campanella ha tuiteado en estos días: “No existe en Argentina ningún incentivo para ser honesto. Ni premio para el decente ni castigo para el inmoral. La Justicia nos abandonó.”
Con sentido más práctico, el economista Juan Carlos De Pablo ha escrito en el el diario La Nación (24/12/16): “(…) en materia fiscal, impera la "fuerzocracia". Ejemplo: los movimientos sociales consiguen dinero antes que los contribuyentes impositivos, porque los primeros cortan las calles y las rutas, mientras que los segundos se limitan a hablar mal de la mamá de los funcionarios. “

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