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viernes, 17 de marzo de 2017

Gordos, sucios y feos. ¿Cuánto vale un docente?



¿Cuánto vale un docente?
¿Cómo se establece el salario de un ingeniero mecánico, o el de un camionero o el de un repositor de supermercado?
Como consumidores de bienes finales nosotros no contratamos a estas personas sino que lo hacemos en forma indirecta al valorar los productos o servicios que las empresas que les dan empleo nos ofrecen.
Porque estamos dispuestos a pagar $ 200.000 por un auto es que un empresario decide fabricarlos pagando una parte de ese precio al ingeniero que necesita o a la empresa de camiones que transporte los vehículos desde la planta a las concesionarias.
El bien que apreciamos es el auto. El salario del ingeniero depende de eso. Si ese mismo ingeniero, en lugar de haber aprendido a hacer autos hubiese aprendido a hacer cámaras fotográficas que funcionan con celuloide su salario hoy sería cero, independientemente de lo bueno  que fuera en su tarea.
El salario del docente es un bien intermedio del servicio de educación. Por lo tanto, el bien valorado por la población es el bien educación. Por ser de carácter obligatorio no sabemos cuánto está la población dispuesta a pagar por ese bien.
Podemos saber que es un bien valorado pues mucha gente decide enviar a sus hijos a escuelas de administración privada a pesar de la oferta estatal gratuita de escuelas. Sin embargo, no hay competencia por la educación, pues todas las escuelas están obligadas a enseñar lo mismo por determinación del gobierno. Así que lo que cada familia paga por el servicio no tiene que ver con la educación sino con la calidad con la que se presta un servicio presuntamente uniforme.
Entonces, si no hay un mercado de la educación no podemos saber cuánto la población está dispuesta a pagar por ella voluntariamente. El gobierno le extrae en forma compulsiva recursos para pagar a los docentes que, a su vez, intentan hacer lo mismo con el gobierno.
Si los salarios docentes no son establecidos por medios económicos –acuerdos libres y voluntarios- sino por medios políticos –el uso de la coacción- no debería extrañarnos que los sindicatos utilicen los medios políticos para conseguir lo que se proponen, tal como lo hace el gobierno al recaudar impuestos. Aunque Baradel sea gordo, sucio y feo y María Eugenia Vidal rubia y dulce.
En definitiva, a estos sujetos no les interesa que la mitad de los que están obligados a estudiar abandone los estudios.

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