Uno que no sabe un pomo piensa
que paga impuestos para, al menos, tener un policía que lo proteja de los
delincuentes. Y eso lo asimila a que haya un vigilante en cada esquina, más o
menos. Entonces, uno que no sabe un pomo googlea para saber qué cantidad de
hogares hay en Argentina y encuentra que hay casi 15 millones, y si hay 10
hogares por cuadra enseguida hace la cuenta y piensa que debería haber 1,5
millones de policías según la propuesta de “uno por esquina”. Eso sin contar los
tres turnos diarios, francos, vacaciones, licencias por enfermedad, supervisores,
jefes, y estructura administrativa.
Como a uno que no sabe un pomo le
parece mucho que uno de cada veinte
habitantes sea policía googlea de nuevo para saber cuántos policías por
habitante tienen los países:
Ahí encuentra que el número
propuesto sólo es alcanzado por China y la India, dos países que congregan a
casi un tercio de la población del mundo, y que el Vaticano es el lugar más
custodiado y que Argentina es el país de América con más policías por habitante
(558/100000).
Así que uno que no sabe un pomo
se da cuenta que nunca la señora del barrio podrá ver cumplido su sueño de un
policía por cuadra, y que no va por el lado de la cantidad de policías la
solución del problema de la inseguridad.
Y aunque uno que no sabe un pomo
nunca leyó El Arte de la Guerra de Sun Tzu sospecha que el estratega ha escrito
que si supera a su enemigo en mucha cantidad de hombres tiene las de ganar, entre
otras cosas porque el enemigo no es tan tonto como para librar un combate sin
chances.
Pero también sospecha que el
estratega ha desplegado otras ideas, sino no sería tan famoso, porque cualquier
pibe de barrio sabe que es fácil ganarle al otro equipo si somos 11 y ellos 7.
Entonces uno que no sabe un pomo
piensa que el susodicho ha escrito que es importante conocer al enemigo y
googlea otra vez cuántos delincuentes hay en Argentina y esta vez no encuentra
el dato.
Acá uno que no sabe un pomo
descansa un poco y se toma un vaso de soda y piensa en lo que escucha todo el
tiempo por la radio y ve todo el tiempo por televisión: gente pidiendo más
policías, más patrulleros, más armas, de nuevo (ahora uno que no sabe un pomo
aprendió algún término pseudo técnico) la “estrategia de saturación”, o la de
ser más que ellos, en todo tiempo y lugar, lo que resulta difícil si ni
siquiera sabemos cuántos ni quiénes son, pues dejaron de usar máscara, gorra y
remeras a rayas.
Y uno que no sabe un pomo se
aterra cuando los políticos le dicen que sí a la gente, que están contratando
más policías, comprando más patrulleros y armas y chalecos antibala y cámaras y
piensa en lo que alguna vez leyó en economía –o se lo escuchó repetir a De
Pablo- sobre el principio de escasez y el de los usos alternativos de los
recursos y piensa que todo eso lo debe pagar con impuestos, como a los maestros
o a los médicos, que parece que tampoco nunca alcanzan, pero decide que ese
problema lo va a arreglar otro día. Ya conoce la lección, toda protesta acarrea
un gasto más para su bolsillo.
Entonces, uno que no sabe un pomo
piensa que sería bueno saber qué delitos se cometen, dónde, en qué ocasiones,
con qué frecuencia y en qué cantidad, como para ir disminuyendo las
probabilidades de búsqueda; y con qué modalidades, como para saber con qué
enfrentarlos.
Y uno que no sabe un pomo piensa
que si él, que no sabe un pomo, puede hacer este razonamiento, los que saben ya
lo habrán hecho y conocerán más o menos bien las respuestas a sus preguntas.
Ahora uno que no sabe un pomo se
pregunta por qué si lo saben no hacen
nada al respecto.
O tal vez lo hagan –razona- y no
se difunde por eso de que es noticia el avión que se cae y no los miles que
llegan bien a destino. Todo sería entonces un problema de prensa y la
inseguridad no sería tal. Entonces, para qué los políticos dicen que van a
poner más policías?
Otra opción es que lo sepan pero
que no hagan nada adrede, bien porque cuando detienen o matan a un delincuente
les hacen más problemas a ellos que a los criminales, bien porque luego de
atraparlos los jueces los vuelven a soltar, o bien porque conviven con el
delito, lo administran, comparten sus ganancias y porque la misma existencia de
los delincuentes justifica su propia existencia y sueldo que está garantizado
porque el estado no conoce ni escuchó a
De Pablo hablar del principio de escasez.
Entonces uno que no sabe un pomo
se queda angustiado porque comprende que no podrá resolverse el problema de la
inseguridad y que le seguirán aumentando los impuestos.
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