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viernes, 17 de marzo de 2017

Cómo resolver el problema de la inseguridad. Por: Uno que no sabe un pomo.



Uno que no sabe un pomo piensa que paga impuestos para, al menos, tener un policía que lo proteja de los delincuentes. Y eso lo asimila a que haya un vigilante en cada esquina, más o menos. Entonces, uno que no sabe un pomo googlea para saber qué cantidad de hogares hay en Argentina y encuentra que hay casi 15 millones, y si hay 10 hogares por cuadra enseguida hace la cuenta y piensa que debería haber 1,5 millones de policías según la propuesta de “uno por esquina”. Eso sin contar los tres turnos diarios, francos, vacaciones, licencias por enfermedad, supervisores, jefes, y estructura administrativa.
Como a uno que no sabe un pomo le parece mucho  que uno de cada veinte habitantes sea policía googlea de nuevo para saber cuántos policías por habitante tienen los países:
Ahí encuentra que el número propuesto sólo es alcanzado por China y la India, dos países que congregan a casi un tercio de la población del mundo, y que el Vaticano es el lugar más custodiado y que Argentina es el país de América con más policías por habitante (558/100000).
Así que uno que no sabe un pomo se da cuenta que nunca la señora del barrio podrá ver cumplido su sueño de un policía por cuadra, y que no va por el lado de la cantidad de policías la solución del problema de la inseguridad.
Y aunque uno que no sabe un pomo nunca leyó El Arte de la Guerra de Sun Tzu sospecha que el estratega ha escrito que si supera a su enemigo en mucha cantidad de hombres tiene las de ganar, entre otras cosas porque el enemigo no es tan tonto como para librar un combate sin chances.
Pero también sospecha que el estratega ha desplegado otras ideas, sino no sería tan famoso, porque cualquier pibe de barrio sabe que es fácil ganarle al otro equipo si somos 11 y ellos 7.
Entonces uno que no sabe un pomo piensa que el susodicho ha escrito que es importante conocer al enemigo y googlea otra vez cuántos delincuentes hay en Argentina y esta vez no encuentra el dato.
Acá uno que no sabe un pomo descansa un poco y se toma un vaso de soda y piensa en lo que escucha todo el tiempo por la radio y ve todo el tiempo por televisión: gente pidiendo más policías, más patrulleros, más armas, de nuevo (ahora uno que no sabe un pomo aprendió algún término pseudo técnico) la “estrategia de saturación”, o la de ser más que ellos, en todo tiempo y lugar, lo que resulta difícil si ni siquiera sabemos cuántos ni quiénes son, pues dejaron de usar máscara, gorra y remeras a rayas.
Y uno que no sabe un pomo se aterra cuando los políticos le dicen que sí a la gente, que están contratando más policías, comprando más patrulleros y armas y chalecos antibala y cámaras y piensa en lo que alguna vez leyó en economía –o se lo escuchó repetir a De Pablo- sobre el principio de escasez y el de los usos alternativos de los recursos y piensa que todo eso lo debe pagar con impuestos, como a los maestros o a los médicos, que parece que tampoco nunca alcanzan, pero decide que ese problema lo va a arreglar otro día. Ya conoce la lección, toda protesta acarrea un gasto más para su bolsillo.
Entonces, uno que no sabe un pomo piensa que sería bueno saber qué delitos se cometen, dónde, en qué ocasiones, con qué frecuencia y en qué cantidad, como para ir disminuyendo las probabilidades de búsqueda; y con qué modalidades, como para saber con qué enfrentarlos.
Y uno que no sabe un pomo piensa que si él, que no sabe un pomo, puede hacer este razonamiento, los que saben ya lo habrán hecho y conocerán más o menos bien las respuestas a sus preguntas.
Ahora uno que no sabe un pomo se pregunta  por qué si lo saben no hacen nada al respecto.
O tal vez lo hagan –razona- y no se difunde por eso de que es noticia el avión que se cae y no los miles que llegan bien a destino. Todo sería entonces un problema de prensa y la inseguridad no sería tal. Entonces, para qué los políticos dicen que van a poner más policías?
Otra opción es que lo sepan pero que no hagan nada adrede, bien porque cuando detienen o matan a un delincuente les hacen más problemas a ellos que a los criminales, bien porque luego de atraparlos los jueces los vuelven a soltar, o bien porque conviven con el delito, lo administran, comparten sus ganancias y porque la misma existencia de los delincuentes justifica su propia existencia y sueldo que está garantizado porque el estado no conoce ni escuchó a  De Pablo hablar del principio de escasez.
Entonces uno que no sabe un pomo se queda angustiado porque comprende que no podrá resolverse el problema de la inseguridad y que le seguirán aumentando los impuestos.

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