El lugar común entre economistas que
simplifican el asunto, periodistas de los que dudo que sepan de lo que hablan y
el resto de los habitantes es definir a la inflación como el aumento
generalizado de los precios. De qué precios? Pues, de todos.
Si así fuera, no sería un problema tan
grave como se lo considera. Si suben los precios de los bienes, pero también
los salarios en la misma proporción no habría problema alguno. Pero no debe ser
así, porque nadie haría el ejercicio inútil de cambiar los precios de todo,
todo el tiempo, para no obtener ninguna ventaja.
La inflación es una consecuencia de que
existe el dinero.
Imaginemos una economía sin dinero. Si uno
no produce todo lo que necesita para vivir parte de lo que produce lo utiliza
para intercambiar con otros lo que necesita (o desea, es lo mismo). En ese
caso, los intercambios se realizarán en determinado momento y en determinado
lugar a una tasa que refleje las preferencias individuales de quienes están
realizándolos. Una vaca por tres cajones de manzanas, por ejemplo.
Si por alguna razón, la oferta de
determinado bien cae o sube su demanda o viceversa, los precios de intercambio
también se modificarán, produciéndose un cambio en los precios relativos. En
nuestro ejemplo, subirá o bajará el precio de las manzanas respecto del precio
de las vacas. Lo que no va a suceder es que todos los precios suban.
La humanidad ha encontrado en el dinero un
buen sustituto para facilitar los intercambios. Se han descubierto más de
cuarenta mil bienes que en algún momento se han utilizado como dinero. Tampoco
hay ningún problema con que en lugar de intercambiar manzanas por vacas -lo que
obligaría a ambas partes del intercambio a desear exactamente lo que el otro
ofrece- se intercambien por conchas de caracol, o lo que sea que se use como
dinero.
El problema surge cuando los gobiernos
(que, como señala, entre otros, Franz Oppenheimer en su libro "El
Estado", tiene origen predatorio, es decir, mafioso, ya que ofrece
protección de otros predadores a cambio de una paga: los impuestos) monopolizan
el dinero y obligan a la población a utilizar la moneda que acuñan o imprimen,
no permitiendo el uso de otras monedas alternativas en sus transacciones.
Cuando al gobierno no le alcanza para pagar
sus gastos tiene tres alternativas: cobrar más impuestos, pedir prestado (lo
que provoca un aumento de impuestos futuro para pagar el costo de la deuda) o
emitir más dinero. En el primer caso, el dinero de los particulares gastado en
impuestos empobrecerá a la población, pues no podrá consumir otros bienes. En
los otros dos casos, habrá en la economía más dinero con la misma cantidad de
bienes, por lo que subirá el precio de los bienes en relación al dinero, pues
este es más abundante y los bienes no.
Así que, la inflación es un fenómeno
estrictamente monetario, y el único responsable de producirla es el gobierno.
Pero no acaban aquí los efectos de la
inflación, la distorsión de precios relativos que provoca hace que los
consumidores y los productores tomen decisiones equivocadas como consecuencia
de interpretaciones erróneas sobre la escasez relativa de los bienes, como bien
se ilustra acá:
http://www.miseshispano.org/2016/12/inflacion-no-es-aumento-de-precios/
O acá: http://www.miseshispano.org/2016/10/seis-cosas-a-considerar-acerca-de-la-inflacion/
Tampoco el IPC o índice de precios al
consumidor refleja la inflación. No importa cómo se lo mida.
Su uso es exclusivamente político, es
decir, se lo utiliza para extraer recursos del sector productivo mediante la
fuerza, tal como se lo ha hecho emitiendo moneda espuria.
Ver acá: http://www.miseshispano.org/2016/05/la-inflacion-como-politica/
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