El sábado pasado concurrí a la feria de ciencias del
colegio, evento del que la mayoría de los padres no quiere participar y para el
cual la mayoría de los niños no quiere trabajar. Sin embargo, las autoridades
educativas lo hacen repetir año a año, porque puede suceder el fin del mundo si
no se hiciera. Y nadie quiere cargar con esa responsabilidad.
Luego de sacarse de encima la presentación de sus trabajos,
muchos chicos se dedicaron a jugar con sus amigos a ese molesto -para los
padres- juego de la botellita que, como muchas cosas maravillosas, nadie sabe
dónde empezó pero que se trasladó a gran parte del mundo.
Allí andaban los mocosos tratando de dejar paradas las
botellas por todas partes, sin parar, gritando de júbilo cada vez que lograban
subir un escalón de dificultad.
La creatividad se había abierto paso en la feria de
ciencias.
Durante la semana, a los niños se les prohíbe, por más que
haga calor, llevar las botellas al patio de recreos. Imaginan por qué.
Y justo hoy encuentro esta nota que amplía lo que digo (no
se pierdan los videos que la acompañan).
Y me convenzo más de que la escuela es uno de los peores
lugares para dejar a nuestros hijos.
https://fee.org/articles/the-water-bottle-flipping-craze-a-defense/?mc_cid=21148e8bf9&mc_eid=7ba5ff62cd
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