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viernes, 17 de marzo de 2017

Estudiar.



Los humanos tenemos problemas, que son la diferencia entre nuestros deseos y nuestra realidad. Quien no desea no tiene problemas y se moverá según un deseo ajeno.
Para resolver los problemas utilizamos dos maneras: por ensayo y error, ajustando nuestra conducta al resultado de las acciones que ejercemos, repitiendo las exitosas y evitando las que demuestran ser inconvenientes a nuestros fines. La otra forma es estudiar, que es aprender de lo que los demás tienen para decirnos respecto de problemas comunes, porque han tenido la generosidad de transmitir a los otros sus aprendizajes individuales.
Para problemas sencillos no está mal el método del ensayo y el error. Bajar una manzana de un árbol, abrigarse cuando hace frío, o ejercitar alguna destreza innata.
Pero para tareas más complejas conviene estudiar, es un método más seguro y productivo de resolver nuestros problemas.
Y este es el punto: Estudiar para resolver nuestros problemas.
¿Son esos sitios que llamamos escuelas los lugares donde nos enseñan a resolver nuestros problemas?
Hace unos días envié a mi hijo de diecinueve años a depositar dinero al banco. A pesar de su frondoso conocimiento de las nuevas tecnologías no supo distinguir entre un cajero automático y una máquina para reservar turnos. Todo esto luego de haberse recibido en una ¨buena¨ escuela donde cursó tres años de contabilidad. No sé cuántos jóvenes estarán en condiciones de resolver ese problema. Lo que es seguro es que no le enseñaron a hacer eso, y lo que también es seguro es que ese sí es un problema que deberá resolver.
Otro, un día me preguntó cómo saber cuántos ladrillos harían falta para levantar una pared. No se le había ocurrido relacionar las operaciones matemáticas que le enseñaron seguramente en la escuela con las herramientas que necesita para resolver su problema.
Hay muchos más problemas que tenemos los humanos que no se enseñan a pensar en nuestras escuelas. No se enseñan finanzas personales. Y las personas que cumplen dieciocho años comienzan a tomar decisiones financieras que muchas veces los complican durante muchos años. Tampoco se habla de planificación familiar. Ni de cómo su papá o su mamá son capaces de poner un plato de comida en la cena. Tampoco parece enseñarse el valor de la puntualidad o lo que un empresario requiere de un empleado.
Me parece una aberración la escuela pública en una sociedad libre. ¿Por qué haría falta una educación uniforme para todos cuando somos, por ser humanos, esencialmente diferentes?
Se entiende que para adquirir conocimientos militares es bueno que todos aprendan lo mismo, pero eso no tiene sentido para la vida civil.
La escuela sólo debería enseñarnos a pensar, que es lo único que necesitaremos toda la vida. Cualquier conocimiento tecnológico es efímero. No quiero decir que no haga falta tener conocimientos tecnológicos en la disciplina que fuera, quiero decir que si los conocimientos tecnológicos se aprenden sin aprender a pensar no tienen utilidad. Pronto seremos analfabetos tecnológicos otra vez. Como les sucede a muchas personas de apenas cuarenta años que no consiguen empleo.
Esto es bueno saberlo desde chico, cuando tenemos derecho y no tenemos problema de equivocarnos. De adultos es más difícil. Quien no reconozca el océano de ignorancia que tiene en su interior frente a las poquísimas cosas de las que se jacta saber es un estúpido o un inmoral, como es el caso de casi todos los políticos.
Me deprime comprobar como día a día no somos capaces de discutir distintos puntos de vista con quienes no piensan igual. Nadie parece estar dispuesto a reconocer que ignora ciertas cosas, sobre todo si ostenta alguna posición de poder sobre lo que supuestamente domina.
¿Quiénes son los que están diseñando nuestra educación? ¿Por qué se les ocurre que es bueno que los niños estén ocho horas por día en la escuela o que tengan que comenzar a los tres años a recibir la educación oficial?
¿Para qué sirve o a quién le sirve la escuela secundaria? No parece servir para mucho si la mitad de los jóvenes la abandona a pesar de ser gratuita y obligatoria.
¿Y las universidades, donde el pensamiento crítico es generalmente reprimido?
Tal vez, los dirigentes sindicales nos estén haciendo un favor al evitar que comiencen las clases.

1 comentario:

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