Hace unas semanas se ha instalado
el tema de la legalización o de la no punibilidad del aborto -no es lo mismo-
en la Argentina.
Digo se ha instalado porque, dada su habilitación a la
discusión parlamentaria por el presidente Macri, se confirma que ha sido un
tema que se ha impuesto adrede en la agenda política. Que pudo haber sido la oposición
para encontrar un flanco débil a un gobierno al que se lo tilda de derecha
(tenemos una oposición que tiene compulsión por ordenar todo a un lado o a otro
de un eje) o el gobierno para distraer a la opinión pública frente al evidente
fracaso de su política económica resulta irrelevante a efectos de que ahora
debemos considerar el tema.
En síntesis, el aborto es un tema
que atraviesa a todas las sociedades del mundo y siempre es una herramienta que
sirve tanto para reparar desaguisados políticos como para provocarlos.
A mí me parece que su discusión
no es oportuna en Argentina, que debe resolver problemas más urgentes de
convivencia entre sus habitantes.
Confieso que no he seguido ningún
debate televisivo -si es que eso existe- si es que ha habido alguno ni que tampoco
he estudiado los argumentos y las decisiones que han tomado otros países al
respecto. En cambio, sí he leído unos cuantos artículos de autores que respeto
y de otros que no conocía.
Dejando de lado el oportunismo
político arriba mencionado, encontré que las posiciones se basaban en dos
argumentos principales: uno relacionado con la entidad biológica de los
embriones y el origen de la vida humana y otro, acaso derivado del primero,
relacionado con la entidad jurídica de un ser humano por nacer.
Respecto del primero de los
argumentos se dice que hay vida humana "desde el momento de la
concepción". No he encontrado elementos de discusión sobre este punto
entre quienes apoyan la legalización del aborto, lo que me resultó curioso ya
que es un punto muy discutible.
Sin intención de valerme de una
ambigüedad lingüística, debe reconocerse que el término concepción no es claro
y distinto. Un hijo se concibe desde el mismo momento en que uno se pone a
pensar en él y lo busca, lo que antecede a la copulación. A veces esto se hace
en forma consciente y deliberada y otras no. También hay personas que tienen deseos
complementarios al de traer un hijo al mundo, y ellos pertenecen al fuero más
íntimo. Se nos pueden ocurrir miles de pensamientos sobre las intenciones de
cada ser humano decidido a procrear. De modo que, en primer lugar, vemos que la
concepción tiene que ver con una idea, una idea que además le da forma al
sujeto por venir, desde pensar en su nombre hasta hacer lugar para él en el
hogar y en el presupuesto familiar.
Por otra parte, uno no quiere tener un hijo
indistinto, quiere tener un hijo en particular.
También por eso es que la medicina ha creado estudios que monitorean que el embarazo produzca un hijo sano, y muchas familias deciden no continuar con esos embarazos cuando hay problemas. También las parejas homosexuales o individuos solos quieren tener hijos con sus trazas biológicas y para ello recurren a sofisticados métodos para conseguirlos. Esto es una novedad que ninguna religión ni tratado sobre moral ha considerado porque el asunto no tiene antecedentes en la historia de la humanidad, que hasta hace muy poco tiempo ha producido su descendencia exclusivamente de la manera en la que todos los mamíferos lo hacen.
Es, entonces, más complejo de lo
que parece situar un momento preciso para la concepción.
Algunos están aferrados e incólumes
ante la idea de que el momento de la concepción es cuando se juntan un gameto
masculino con uno femenino dando lugar a un híbrido entre ambos que tiene su
propia carga genética, distinta a los de sus progenitores.
Llamar a este
producto persona o ser humano a mí me parece tan arbitrario como no hacerlo.
Y
sus consecuencias pertenecen más al territorio de lo jurídico que al de la
biología. Pensemos que las religiones occidentales aún toleran el asesinato en
determinadas circunstancias, y hace nomás quinientos años atrás se debatía si los
aborígenes de las Américas tenían alma, así que tampoco ellas tienen tantas certezas sobre lo que es un ser humano.
Todavía la biología no ha
concebido hipótesis acerca del mecanismo que hace que un macho produzca
millones de espermatozoides a efectos de fecundar un solo óvulo y cómo es que
uno de ellos es "seleccionado" -también debería explicarse el alcance
de este término- ni cómo llegan a producirse tantos abortos espontáneos, que
son muchos más de los que se conocen. No obstante, a pesar de que no se ha
avanzado en los estudios morales y jurídicos, lo que me parece erróneo, la
ciencia ha avanzado en la manipulación de células para curar enfermedades,
reemplazar órganos y también reproducir seres humanos.
Estos logros interpelan al
argumento que sostiene que una célula es un ser humano. Si esto es así, hay millones
de seres humanos en los laboratorios y en los centros de fertilización, que hoy
no tienen estatus jurídico.
Ante esta indefinición que aún
nos presenta, la biología pone la discusión en el campo del derecho.
El estado actual de las cosas es
que más allá de precisiones sobre el momento de la concepción se entiende que
hay un ser humano cuando se detecta un embrión en el vientre de una mujer. Y la
ley dice que la mujer no puede decidir sobre continuar o no el proceso que
llevará a esa entidad a independizarse de su cuerpo unos meses después (porque
la medicina también ha hecho posible que vidas hasta hace poco tiempo inviables
fuera del seno materno ahora puedan ser salvadas).
El embarazo o su interrupción
sigue siendo una cosa muy diferente para varones que para mujeres. Son ellas
las que llevan el fruto en el vientre hasta el momento del nacimiento. En el
caso de embarazos no buscados ni deseados de ninguna manera posible es un hecho
muy cercano a la tortura la obligación de llevarlos a término. Y aún después
del alumbramiento tanto la madre como el hijo cargarán con el estigma de esa
relación.
Creo que estamos en este punto de
la discusión, porque no estamos decidiendo sobre el estatus jurídico del
aborto, estamos discutiendo si a la luz de consideraciones como las que he
realizado y otras que, por ignorancia de su existencia o porque no han sido
hechas aún, no he hecho, debemos revisar la norma vigente que iguala el aborto
al homicidio, y que califica de homicida a la mujer que decide someter su
cuerpo a la intervención que interrumpe el embarazo y al tercero (médico o no)
que la realiza.
Puede entenderse a las personas
que creen que por gracia divina o por otras razones entiendan que lo que lleva
una mujer embarazada es un ser humano y están dispuestos a ejercer presión
sobre la sociedad para que se lo respete, pero hay que decir que su posición
es, al menos, discutible.
Me parecen pueriles los
argumentos a favor de la legalización del aborto por razones de salud de la población (siendo
que, además, algunos llaman la salud pública cuando se trata de un asunto
puramente individual) ya que, en el caso de que se considere al
aborto como un homicidio, no es válido el argumento de legalizar una práctica
delictiva porque es difícil de evitar, de descubrir o de castigar.
Tampoco se han considerado
suficientemente las consecuencias del cambio legislativo.
¿Habrá médicos que quieran practicar abortos en forma explícita? ¿se considerará el aborto legal como un derecho al que cualquier mujer puede acceder en forma gratuita? ¿esto llevará a los jóvenes y a los que no lo son a tener conductas sexuales descuidadas? ¿se propone también legislar sobre las células madre y los embriones fecundados in vitro? ¿habrá funcionarios públicos dedicados a autorizar y administrar la práctica del aborto?¿se cuenta con la infraestructura sanitaria necesaria para atender los casos que se presenten, siendo que el tiempo es una variable fundamental a tener en cuenta? ¿querrán las mujeres ser expuestas ante sus familiares y amigos o preferirán mantener no ya la clandestinidad sino la privacidad, porque un aborto no es una endoscopía?
¿Habrá médicos que quieran practicar abortos en forma explícita? ¿se considerará el aborto legal como un derecho al que cualquier mujer puede acceder en forma gratuita? ¿esto llevará a los jóvenes y a los que no lo son a tener conductas sexuales descuidadas? ¿se propone también legislar sobre las células madre y los embriones fecundados in vitro? ¿habrá funcionarios públicos dedicados a autorizar y administrar la práctica del aborto?¿se cuenta con la infraestructura sanitaria necesaria para atender los casos que se presenten, siendo que el tiempo es una variable fundamental a tener en cuenta? ¿querrán las mujeres ser expuestas ante sus familiares y amigos o preferirán mantener no ya la clandestinidad sino la privacidad, porque un aborto no es una endoscopía?
Estas y muchas otras preguntas
que pertenecen, a mi entender, a un segundo orden, deben ser respondidas, pues
no son menores sus efectos en la vida de la sociedad.
¿Podremos estar serenos y tomar
las decisiones que representan mejor el modo de vivir actual?
¿Hasta dónde estamos dispuestos a
tolerar las diferencias sobre nuestras creencias para mantener el propósito
de vivir juntos en forma pacífica?
Y una vez convencidos, al menos por un rato, sobre el origen de la vida, ¿nos animaremos a hablar sobre su final?
Y una vez convencidos, al menos por un rato, sobre el origen de la vida, ¿nos animaremos a hablar sobre su final?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje aquí su comentario. Recuerde que sus opiniones siempre hablarán más de usted que de mí.