Hice esta prueba. Le mostré a
unos cuantos conocidos, mujeres y varones, con distintas formaciones y
ocupaciones este video:
Y les pedí su opinión al
respecto. Unánimemente respondieron que coincidían con el mensaje, que es
injusto que hombres y mujeres sean remunerados en forma diferente por la misma
tarea, que los niños son sabios y que los adultos perdemos algo en el camino
mientras crecemos y nos convertimos en criaturas egoístas y terribles.
Primera reflexión: Es abrumadora
la influencia que tienen nuestras emociones sobre nuestra razón.
Por eso los
realizadores utilizaron niños y no adultos. Tenemos instalada la idea de que
los niños son puros, casi ángeles, sino, pregúntenle a Freud lo que enfrentó
cuando dijo eso de que los niños tenían sexualidad y que son perversos
polimorfos.
¿Qué hubiese sucedido si la
experiencia se hubiese realizado con adultos? Pues, lo mismo. Piense en cómo se
comporta la mayoría de la gente cuando se organiza una cena o cualquier evento
entre amigos. A pesar de que nadie está obligado o comprometido a hacer nada,
naturalmente las tareas se dividen de acuerdo a reglas de justicia que todos
tenemos internalizadas, los humanos somos seres empáticos. Los hombres se dedican a las tareas que demandan más
fuerza y las mujeres más a aquellas donde los detalles hacen la diferencia,
pero todos se reparten equitativamente el esfuerzo.
Además, cada uno hace lo que mejor le sale, de modo que todos se benefician de los intercambios. Para intercambiar hay que ser diferentes, no hay intercambio entre iguales.
Hay muchas experiencias de este tipo de comportamiento.
Además, cada uno hace lo que mejor le sale, de modo que todos se benefician de los intercambios. Para intercambiar hay que ser diferentes, no hay intercambio entre iguales.
Hay muchas experiencias de este tipo de comportamiento.
¿Qué es lo que hace entonces que
las imágenes que se presentan nublen nuestro juicio?
Segunda reflexión: La idea de
desigualdad de género respecto de los ingresos es una idea falsa.
Explore cualquier convenio
colectivo de trabajo. ¿Acaso encuentra diferencia en los salarios que indican
estos instrumentos según la tarea la realice un hombre o una mujer? No hay
ninguna en ningún convenio. ¿Acaso se hace diferencia en las búsquedas
laborales sobre el nivel de las remuneraciones si se trata de un hombre y una
mujer? Tampoco.
Tercera reflexión: ¿Por qué,
entonces, se intenta instalar esta idea?
Hay un afán, de parte de los
marxistas de siempre, de instalar la idea del igualitarismo a toda costa.
Claro, un igualitarismo donde algunos son más iguales que otros, como magistralmente
definió Orwell en Rebelión en la Granja. Promueven el igualitarismo para ser
los más iguales que los demás los que determinan en qué los demás deben ser
iguales.
Refutada hace casi cien años la
teoría de la explotación -plusvalía- por la teoría del valor de Carl Menger, y
la teoría de la lucha de clases, con la caída del muro de la vergüenza, en el
siglo XXI la nueva máscara de la vieja obsesión es la igualdad de género. Son
cualquier cosa menos tontos. Derrotados una y otra vez en las elecciones,
apuntan a recibir el apoyo del más del 50% de la población que constituyen las
mujeres.
La violencia de género y la
desigualdad de ingresos son dos ideas que no resisten ninguna comprobación en
los datos. La violencia no distingue género, tampoco las tareas.
En la Argentina un camionero gana
más que un médico, y no porque los médicos sean mujeres.
Pero esa ya es otra historia.
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