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domingo, 19 de noviembre de 2017

Pactos Diabólicos




Resultado de imagen para macri acuerda con gobernadoresFoto web site Urgente 24










“El Estado es libre en cuanto no depende del extranjero, pero el individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado de un modo omnímodo y absoluto. El Estado es libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus individuos, pero sus individuos no lo son, porque el gobierno les tiene todas sus libertades”.
 Juan Bautista Alberdi.

"Si no estás en la mesa, estás en el menú".
 Willy Kohan.



No tengo por costumbre participar en reuniones con políticos, no obstante, en el otoño de 2015 asistí a una reunión donde se presentaba la actual gobernadora de la Provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal. Entre unas cuarenta personas se presentaba para explicar sus ideas y hacerse conocer entre los ciudadanos de la provincia en la que nunca había participado en política. Creo que ninguno de los que allí estaban pensaba en ese momento que pudiera convertirse unos meses más tarde en la gobernadora del distrito más importante y problemático del país y, menos aún, que a dos años de asumir lideraría el gobierno de la forma en que lo hace.
Aunque también pensaba que era muy improbable que se alzara con el cargo (en ese momento el PRO no era aún parte de Cambiemos y se especulaba que Macri pactaría un acuerdo con Massa y que el candidato a gobernador sería alguien con mayor peso) quise probar sus ideas con una pregunta que me parece esencial frente a cualquier político: 

¿cuánto espacio dejarán para mi libertad?

Planteada en términos que cualquiera de ellos puede entender se traduce en -¿Cuál es la carga fiscal que el PRO considera adecuada?
- No hemos hecho ese cálculo. Respondió.

Y me di cuenta que es una pregunta que nunca había escuchado, no de parte del público sino, lo que es peor, en las reuniones de su partido.
Ese día perdí la esperanza de que el futuro podría cambiar para el país en el sentido que yo esperaba que cambie.

Como muchos, me alegré de que Cambiemos se formara y lo apoyé en las sucesivas elecciones. Porque su gobierno aleja del poder a la asociación ilícita que dejó el gobierno de la Argentina en 2015.

El proyecto de Cambiemos se presentó a cara lavada durante la semana que acaba de terminar.

Como al kirchnerismo, le llevó dos años diseñar su estrategia de poder, que en la jerga de los políticos se llama construir gobernabilidad, y para nosotros, los que no pertenecemos a su casta, interpretamos como la construcción de alianzas con los sectores de la sociedad que le permitirán conseguir las mayorías necesarias para determinar quién sale beneficiado y quién perjudicado por sus intervenciones y cuáles son los espacios de libertad que poseeremos para gozar del fruto de nuestro trabajo y construir nuestro porvenir.

El kircherismo en 2003 no se jactó del default, se ocupó de mostrarse austero y expiar las culpas de la Argentina ante una nueva afrenta al mundo civilizado, se obsesionó por mantener superavits gemelos, abrió las puertas del poder a expresiones del progresismo más allá de los límites del peronismo, prometió un "país con buena gente" para recuperar el apoyo de las conciencias de las clases medias culposas por el 40% de pobres que había en la Argentina, permitió un amplio pluralismo en la prensa y se preocupó por reconstruir el poder de las corporaciones industriales y sindicales. Muy pocos veían en Néstor Kirchner un líder autoritario, pese a sus antecedentes como gobernador de Santa Cruz. Se consideraba parte de la pintoresca picardía criolla su discurso antiimperialista mientras palmeaba la rodilla de George Bush hijo diciéndole que no se preocupara por lo que decía sino por lo que hacía, y que él sabía cómo contener el avance de Hugo Chavez.

Nadie sintió preocupación cuando afirmó que "un poco de inflación no está mal" o cuando en una conferencia de prensa fustigó a un periodista preguntándole para qué medio trabajaba frente a una pregunta inconveniente.

Para 2006, el kirchnerismo había construido su gobernabilidad. Había logrado conquistar "la caja" con la concentración casi completa de los fondos públicos, cumpliendo la sentencia de su líder sobre la relación del dinero con la política y dándole forma a un proyecto de poder ambiciosamente eterno con la sucesivas elecciones entre marido y mujer.

¿Qué hizo la sociedad mientras tanto? Se dedicó a disfrutar del bufffet froid del banquete populista sin echar un vistazo a la cocina donde caminaban las cucarachas, jactándose del asombroso poder de resilencia de nuestra gran nación.

Hay muchos puntos de coincidencia en el arribo al poder entre Néstor Kirchner y Mauricio Macri para el que los quiera ver.

Ambos se presentaron a sus cargos con discursos y gestos conciliatorios, como haría todo político consciente de su situación. Hasta el todopoderoso Perón se puso el traje de león herbívoro cuando le resultó útil.

En la semana que acaba de concluir, Cambiemos, o el macrismo (aún no decido cómo llamar a este gobierno) mostró sus cartas. Mientras dedicó dos años a limpiar el salón y reordenar los muebles luego de la fiesta dionisíaca, sintió que luego del apoyo logrado en las últimas elecciones legislativas su momento había llegado.
Y nos mostró sus pactos. Apuntan a reconstruir la economía de su base de apoyo luego de que el proyecto populista se consumiera todos los stocks, favoreciendo los flujos de fondos para construir una base de riqueza. Pero de ninguna manera las reformas anunciadas devuelven el poder a la sociedad civil, lo que equivaldría a bajar drásticamente el peso del estado en la economía, en su lugar, se propone realizar un reordenamiento de las cargas fiscales promoviendo la rebaja de algunos de los impuestos que gravan la producción para compensar la rebaja con la suba de los que castigan al patrimonio.
Para conseguir el apoyo de los gobernadores opositores se les devuelve parte del manejo de la caja con el acuerdo extrajudicial que implica el retiro de sus demandas ante la justicia.
Se acuerda con las cúpulas sindicales la continuidad de la legislación laboral fascista y la garantía de que sus cajas no serán tocadas.
El cambio gatopardista asegura su aprobación en el congreso sin apuros.
La Justicia nota el corto alcance que tendrá el nuevo orden y se entrega al espectáculo de entregar a los chivos expiatorios a la sociedad, que los espera con ansiedad para redimirse del pecado de haber sucumbido al populismo. Cuesta poco mandar a algunos a la hoguera, sobre todo si lo tienen bien merecido, a cambio de reconciliarse con adversarios, amigos y familiares.

Nos disponemos a darnos un baño, renovar el guardarropa, tomar nuestra mejor lapicera y firmar nuevos pactos diabólicos, convencidos de que es lo mejor que podemos hacer en estas circunstancias.

Mientras, dejamos nuestros sueños y el futuro de nuestros hijos para más adelante.

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